viernes, 30 de diciembre de 2011

Te quiero.

Podría decirte que te añoro esta noche, ser sincero con el verso.
Perderme en tu recuerdo, y recordar el tacto de tus labios.
Podría rememorar aquellas noches infinitas, terminar cada oración con un " te quiero",
cambiar mil noches en vela por un segundo a tu lado.

Hoy te quiero, hoy te echo de menos, y este viento me desespera.
Siento que el tiempo ahí fuera pasa lento, que la pena me invade si no estás.
Esta es mi visión del querer, esto es lo que siento.
Sé que piensas que te miento, pero aún así intento hacer especial este reencuentro.

Mírame por dentro, no queda nada que no sea tuyo.
Ni si quiera por fuera, mis miradas no miran más allá de ti.
Ni aunque el silencio se caye, no oiré nada más que tu voz.
Tu tacto es la palma de mi mano, tu roce es mi llama...

Daría lo que fuera por que estuvieses aquí esta noche, por ser un valiente caballero a tu lado.
Por tenerte más cerca de lo que tu recuerdo me permite.
Por tocarte...  te quiero, y debo reconocerlo.
Y te añoro, y te imploro que vuelvas cuanto antes, este viaje se me está alargando demasiado...

jueves, 29 de diciembre de 2011

Siendo sinceros...

Pero, ¿qué nos estamos haciendo joder?
Vamos, qué te estoy haciendo, porque tú nunca sabrás nada, no creo ni que te lo imaginases pero... hubo un tiempo en el que lo fuiste todo, en serio, cambié, me volviste como soy (aunque me hayáis conocido así, yo antes era distinto), pero yo era feliz joder, te tenía, no en posesión, pero disfrutaba contigo, con lo que significabas, con lo que supusiste, pues estoy donde estoy gracias a ti.
Y, es curioso, porque te estoy agradeciendo el estar hecho una mierda, el no ser más que una marioneta más en manos del tiempo.
Me estoy dejando llevar, bueno, más bien, me estoy dejando mecer, ¿sabes?
Mis revoluciones terminaron hace tiempo, algunos lo llaman madurez, pero, no sé que nombre ponerlo jaja.
Me estoy riendo, en serio, te recuerdo y me río porque fuiste tanto sin pedir nada a cambio, y no supe apreciarlo, y no supe agradecerlo, y me confundí, acepté sentimientos que no existían como propios, quise ser ese hombre que siempre deseaste, maté a mi yo para ser tu él joder... jajaj, soy patético.
Y ahora, aquí me tienes, vagando, sin un rumbo fijo, echando mi vida a perder por no ser nada ni nadie, tomando cualquier idea por buena, aunque me estén llevando al fracaso.
Joder, no es que te eche de menos a ti, pero echo de menos lo que supusiste, en serio, sé que soy ridículo, pero ¿qué quieres? si ya nadie me toma en serio, si nadie espera que luche ya, nadie espera que me levante.
Si no me queda nada que me ate a tanta miseria, a tanta mierda como me rodea, pero aquí sigo, esperando a que alguien llene tu hueco, ese lugar que dejaste vacío y que ahora no sé qué hacer con él, me sobra una habitación en mi yo sabes... mierda, estoy llorando. Supongo que será resignación, o dolor, o simplemente aceptación de que esto no para, y que cada día va a más, y a más, y no veo el fin y no sé a quien echar la culpa más que a mí, y aún así no sé ponerle remedio. Daría lo que fuera por una puta solución aquí y ahora, porque me despierten de esta pesadilla en la que me sumerjo cada día un piso más.
Yo antes no era tan débil, tampoco era fuerte, pero no estaba tan hecho polvo, antes luchaba por lo mío y por los míos, y hoy por hoy, no soy capaz ni de dedicar una sonrisa a mis mejores amigos... ¿en qué me has convertido? jajaj ya no sé si reír o llorar, se me están entremezclando ambas.
No puedo, yo sólo no puedo, pero nadie puede ayudarme, porque nadie más puede hacerme cambiar.
Lo siento de veras, siento todo esto, lo siento chicos, pero os estoy fallando, ya no soy alguien en quien confiar.. pero aún así, no quiero que vuelvas, duele más saber que existes a recordarte, en serio. Y, debo admitir jaja, que a veces se me pasa la idea por la cabeza de que los dos sintamos lo mismo, y no puedo evitar pensar que seríamos dos gilipollas un tanto especiales...
Sólo espero que el destino nos vuelva a juntar, y de no ser así, que te depare lo mejor, en serio, de corazón lo deseo.
Y mientras yo, ya veré lo que hago...

No quiero héroes, ni princesas ahora. Tampoco quiero profesores de corbata que me enseñen el camino, no quiero saber de películas con final feliz, ni quiero saber de amores verdaderos, ni de noches de salvajes folladas, ni de vicios, ni de tristeza. No quiero saber de desgracias ajenas, ni de vergüenzas inoportunas, ni de todo aquello que te duela, ni de aquello que me dañe. Sólo quiero saber del viento, de aquellos sonidos que no molestan, de aquellas personas que aún hoy por hoy, vuelven sin pedir nada a cambio, ahí radica la verdadera existencia, en dar sin esperar recibir nada...

Cañete.

martes, 6 de diciembre de 2011

La historia de Javier Navarro Sánchez

Cerró, dando un portazo, haciendo notar a la casa que había llegado, y que no tenía ganas de salir de allí, que su estancia iba a ser placentera, pues lo que había a extramuros no era del todo de su agrado.
Vio como una gota de sangre caía sobre los azulejos de la cocina, a la que había accedido girando a la derecha tras entrar en el rellano de acceso a su hogar.
Giró sobre sus talones, y observó el reguero, que como una fila de hormigas buscando las migas de pan que iba dejando, le seguía desde que entró. Se acercó la mano entonces al labio; aún le sangraba, y no lo tomó en cuenta, pero era de manera abundante.
La ostia que le había propinado aquel cabrón había sido lo suficientemente fuerte como para romperle el labio, y por el dolor que sentía en la mandíbula, quizás el mentón también. Intentó tranquilizarse, apoyó ambas manos sobre los laterales del fregadero, y dejó que varias gotas más se vertieran hacia el mismo. Buscó un espejo donde mirarse, donde analizar su aspecto. Giró la cabeza hacia izquierda y derecha, y, asustado por la respuesta obtenida, giró todo el cuerpo, apoyando su espalda sobre la encimera. Siguió girando a la derecha, sobre sí mismo, como el pez que intenta morderse la cola. No conseguía distinguir nada, no veía nada a través de ese ojo; el golpe había sido más contundente de lo que pensaba. Se mareó de tantos giros, e intentó coger una de las sillas de la mesa de la cocina, situadas a escasos dos metros, distancia suficiente como para permitir que se cayese, y sintiera el frío tacto del suelo. No entendí como había dejado así sus piernas, las vueltas le habían mareado, y el nivel de nerviosismo de su cuerpo se incrementó. Estaba indefenso allí tirado, cualquiera podría atacarle, dañarle, matarle.
Una lágrima resbaló de sus ojos entonces, se acurrucó como si de un niño se tratase, hincando sus rodillas en el pecho, y abrazando sus tibias con ambos brazos, realizando un absurdo balanceo, que se producía de manera involuntaria.
Cuando despertó, no sabía que hora era, ni qué día. No entendía del todo qué hacía allí tumbado, abrazado a sí mismo. Tenía frío, le dolía todo el lateral derecho de la cabeza. Sintió entonces una punzada que caló más allá de sus huesos, más allá del alma. Intentó proferir un grito de dolor, pero no fue capaz de mover la mandíbula, y un par de lágrimas furtivas se escaparon entonces de sus ojos. El dolor era insoportable, las punzadas se clavaban su cuerpo, notaba como en lo más profundo de su garganta, el sabor a sangre se entremezclaba con ese sabor metálico y oxidado que deja la resaca.
Una nueva punzada en la mandíbula, y se levantó apoyando ambas palmas de la mano en el suelo. El movimiento fue tan rápido, que sintió como la presión de su cabeza variaba de repente, y cayó entonces con el pecho sobre la mesa de la cocina. Eso le había dolido, y las ganas de gritar, hacía aun más insoportable aquel momento. Se acercó al armario donde guardaba las medicinas, y buscó un ibuprofeno que calmase aquel dolor de cabeza, que no sabía si achatar a las migrañas o al mismo motivo por el cual no veía por un ojo, y le dolía la mandíbula.
En ese momento, cayó en la cuenta de que no veía en todo el lado derecho; había una zona negra y oscura. Se asustó aun más, lo que le provocó que el temblor de sus manos aumentara. Sacó la caja que contenía el ibuprofeno, y con mucha torpeza y lentitud, logró sacar una de las pastillas. Se la metió en la boca, sin agua ni ningún otro tipo de ayuda que le sirviese para tragar. Intentó que llegase hasta su estómago, pero notó como se le atascaba la pastilla en la garganta. Tosió varias veces, con tal violencia, que sintió que moría; la pastilla seguía en su sitio, y la mandíbula le hizo llorar, y lanzarse contra el fregadero. Abrió el grifo, y situó la boca justo debajo. El chorro de agua que había abierto, quizá demasiado fuerte para lo que deseaba, salpicó toda la cocina, pero ya no le importaba. Colocó ambas manos bajo el chorro, y consiguió verter algo de agua en su esófago. La primera bocanada no fue suficiente, pero tras tres intentos, consiguió tragar la pastilla. Se acercó a la mesa, extenuado, dolorido y ahora, mojado, y se sentó en una de las sillas. Intentó tomar algo de aliento, e intentó pensar en algo útil. Sacó su teléfono móvil, y marcó el primer número de la lista. No sabía del todo quien era, no conseguía recordar quien era. Se lo acercó a la oreja, y tras dos intentos, alguien al otro lado cogió el teléfono. Era una voz femenina y pausada, tranquila, la que le preguntó un simple; ¿qué te pasa? Intentó responder, pero sólo un estúpido balbuceo salió de su boca. Ella insistió, mientras él seguía llorando, luchando contra el dolor. Cansado de aquel inútil intento por expresarse, lanzó el teléfono contra uno de los armarios, con tal rabia, que el teléfono se rompió en varios pedazos. Se levantó, y se fue al salón. Encendió el televisor con el mando, y buscó uno de los sobrecitos que contenían aquel polvo blanco, aquel signo de vida, aquello por lo que seguía vivo, aquello por lo que lo había dado todo. Lo abrió con sumo cuidado para no derramar nada; aquello era lo único que podía relajarle, tranquilizarle, hacerle sentir mejor. Apartó de un manotazo todo lo que había encima de la mesa, el jarrón, aquella foto… no recordaba quien salía en la foto, pero tampoco le dedicó más de un segundo. Terminó de abrir el sobre, y lo esparció por la mesa, con cuidado. No tardó demasiado en sacar un pequeño espejo que siempre llevaba en el bolsillo, y meterse la primera ralla, esa que esperaba que fuese suficiente para relajarle. Recostó entonces su espalda en el respaldo del sofá, y procuró relajarse. Intentó hacer volar su mente, intentó recordar lo que hizo ayer. No lo conseguía, y eso le frustraba. Recordaba frases sueltas, recordó haber estado en el mismo lugar de siempre, en aquel bar de Mazarrón que tanto dinero le aportaba. Recordó un fuerte ruido, y el tacto frío de la acera. Y ahí terminaban sus recuerdos. Hizo otra llamada, sin pensar a quien. Tan sólo se escuchó más allá un asustado; ¿papá? Era una voz infantil, era un niño. Aún no conocería su mundo seguramente, no sabía donde estaba metido, pero sí que sabía que aquella voz le hacía llorar. Recordó entonces la voz de mujer que había escuchado antes, y recordó lo que había hecho con el móvil. No entendía nada, y eso le sulfuró. Se puso rojo, la cocaína estaba haciendo efecto. Se levantó, y gritó, gritó con todas sus fuerzas, palabras sin sentido, que se entremezclaban con lamentos y gemidos. Golpeó la lámpara, con tanta fuerza, que el cristal que rodeaba la bombilla, junto con esta, reventaron al contacto con el suelo. Siguió profiriendo puñetas, a diestro y siniestro, a todo y a nada. Alcanzó el televisor, que cayó de boca contra el suelo. Comenzó a llorar, y se sentó en el suelo. Ahora le costaba andar y respirar, se acercó a rastras hasta la mesa, e incorporándose como pudo, se metió otra ralla. La inhaló hondo, y fue a por una tercera. Notó entonces como los pulmones se intentaban alejar de su pecho, como el corazón se le aceleró en exceso. Se tiró al suelo recostándose, sintiendo como su cabeza estallaba, como el dolor de su mandíbula se desvanecía, como sus ojos se inyectaban, como cada bombeo de su corazón se hacía retorcerse en el suelo…
abrió los ojos, ella estaba allí, llorando, agarrándole de la mano. En un momento de lucidez e inspiración, consiguió sacar del fondo de su garganta, lo que a él le pareció un “te quiero”. Pero ya era tarde, ya no podía volver atrás, ya no podía recapacitar, ya no podía redimir tantos años de malos tratos, más que con su muerte, lenta y pacífica, sin hacer daño a nadie más. Cerró los ojos, recordó a su hijo, Adrián… gracias a él, seguramente acabaría así también, sobre aquel frío suelo, muerto, sin nadie al lado…

Esta es la historia de mi tío, Javier Navarro Sánchez. Desgraciadamente, no es real, aún. Tras once años de malos tratos, lesiones, y humillaciones a mi tía, el muy cobarde salió corriendo a Mazarrón, su pueblo. Allí, hoy por hoy, se le juzga por posesión de armas, de drogas, tráfico de las mismas, extorsión… y aún, hoy por hoy, ella le sigue queriendo. No le da ni un puto duro, y ella le ama, cree que cambiará. El amor es un arma, el amor es peligroso… hoy es esto, pero mañana, sólo Dios lo sabe.

Fernando Cañete Lozano; autor, testigo y confidente.

Por todas esas mujeres maltratadas, y por el homenaje que no pude dedicarlas; aquí tenéis un hombro que os escucha y defiende.

domingo, 20 de noviembre de 2011

Manifiesto.

Escuchando la canción de Nach, titulada “Manifiesto”, he decidido que hoy es el mejor día para hacer el mío propio. Porque yo también tengo en mi mente cosas que no entiendo, como un tipo gordo que nunca le faltó el dinero es capaz de creerse con la valentía suficiente de hablar de una “prole”, y como la derecha es capaz de llamar asesino a alguien por abortar, cuando ellos han matado a tanta gente; no lo entiendo. No comprendo como se le pueden dar concesiones a ciertos asesinos que ahora toman decisiones en mi país; España, y que el socialismo en mi país reniegue de sus propias creencias, y dejen la O (obrero) y la E (español) en el olvido; ya ni las nombran. Cómo se puede defender el asesinar y fusilar a miles de personas, ¿Cómo cojones se defiende una guerra? No lo entiendo, porqué se celebra la existencia de estos seres, de estos dictadores. Al igual que no entiendo porqué hay muertes que no se denuncian, porqué los que dicen ser socialistas no hablan de las muertes cometidas en nombre del comunismo, y como el fascismo se excusa sobre las suyas; no lo comprendo. No entiendo como alguien que defiende a los trabajadores es capaz de quitar el mayor derecho que tiene un trabajador; el de trabajar. Por supuesto, no lo comprendo. No comprendo tampoco como esos que tanto se quejan de los que gobiernan nunca proponen nada, porqué la gente se pasa la democracia por el forro de los cojones, y se mueve antes por unas siglas que por una gestión; no lo entiendo. Como no comprendo que un ser que ha hundido un país (sí, hablo de Rubalcaba), diga que Rajoy va a subir los impuestos, a quitar libertades, a congelar las pensiones, a bajar los sueldos a los funcionarios… cuando ellos han hecho eso, como no comprendo que a estas alturas Rajoy no halla dicho como cojones va a levantar el país. Igual que no entiendo que alguien que no ha salido nunca de su país se crea capaz de hablar de algo que está más allá de estas fronteras, como alguien que no ha amado nunca sea capaz de creerse mesías del amor, y como quien no ha sufrido nunca el hambre, puede llamarse socialista; no lo comprendo. Tampoco comprendo que un señor que no ha tenido jamás una familia, que nunca ha sentido lo que es el dar la vida por una mujer, pueda hablarme de cómo llevar mi familia; señores de sotana y hábito, no les entiendo. Como no comprendo a los filósofos que se creen capaces de hablar de lo que es la vida y la sociedad, después de haber vivido toda su vida en una cabaña en Noruega como Wittgenstein, no lo comprendo. Ni comprendo a los que se quejan de estar solos y no son capaces de salir de su casa, ni a los que dicen no ser queridos y no están dispuestos a amar; no lo entiendo. Ni a los que dicen ser progresistas y no dejan de recordar una guerra civil que no vivieron, no lo comprendo. En serio, hay tanto que no comprendo; como alguien puede exigir una vivienda sin ponerse a buscar trabajo; ¿por qué para él debe ser gratis, y para el resto no? ¿Por qué la gente tiene las narices de echarle la culpa de la crisis española a la inmigración, cuando los españolitos no hemos querido macharnos las manos? ¿Cómo tenéis tan poca vergüenza tíos? No comprendo como una institución que promulga el amor, juzga y señala a dos hombres o dos mujeres que se aman, ¿porqué no permiten ahí el amor? ¿Por qué se les trata como seres inhumanos? No lo comprendo joder, ni por qué le faltáis al respeto a los que murieron por darnos una democracia, moviéndoos por el odio que sentís hacia la otra ideología, en vez de apoyar una gestión y un grupo de gobierno, es que no lo entiendo joder. Ni por qué se les sigue permitiendo robarnos sin hacer nada al respecto, y sí, ambos bandos. Porqué un asesino como Carrillo es vitoreado, porqué no está preso junto con el resto de asesinos de aquella guerra, ¿por qué no se terminan las guerras? Lo siento, hay demasiadas cosas que no comprendo, ¿por qué quien dice ser liberal no me permite pensar como yo quiera? ¿Por qué soy fascista por llevar una cruz, y tener fe en mi dios? ¿Por qué no se juzga a los musulmanes, y sí a los cristianos en este país? En general, ¿por qué se juzga? ¿Quién coño os creéis para juzgar a nadie? Por qué los gobernantes creen saber lo que es mejor para mi sociedad, si la mayoría me saca más de 50 años; ¿vivís acaso mi realidad? No lo comprendo, no lo entiendo lo siento, me supera, tanta violencia como hay en el mundo, tanto odio, y que luego tantos y tantos promulguen la igualdad y el amor. Cínicos, que hay mucho cínico, que lanza insidias creyendo confundirnos, y lo peor es que la gente cierra los ojos. ¿Cómo alguien que dice apoyar al pueblo, y sentirse orgulloso por ello, puede ir a un colegio de pago, y aprovecharse de un gobierno, aludiendo que puede?; te estás llevando nuestros impuestos, ¿a quién ayudas con eso?
Lo siento, no lo entiendo, no lo comprendo, y este es mi Manifiesto, esto es lo que promulgo; ser sinceros con uno mismo antes de juzgar a nadie.

Fernando Cañete Lozano.

jueves, 17 de noviembre de 2011

Las cosas que no pude responder.

No me molestes, en serio. Hoy sólo tenía la intención de escuchar esa canción, e intentar entenderla, intentar absorverla. Hoy me he cansado de errar, y como siempre, pretendo esquivar tu foto en mi muro pero... no sé como escalarlo sin tocarte.
Es extraño esto, siento un vacío que sé que tú no llenarás, pero aún así deseo que lo intentes. ¿Sabes una cosa? Soy peor que un niño, pues él no es consciente de su condición de infante, y yo... sí.
Y no puedo evitar esa sonrisilla que me sale siempre que escondo algo, ni por muchas putadas puedo evitar seguir sintiendo que soy yo el que te debe algo. Quizás el amor es eso, aguantar la marea por si acaso un día amaina y te veo a ti emergiendo tras la tormenta... por si, esa es la expresión que más uso últimamente.
Por si acaso no hubiese mañana, me apenaría saber que no te he dicho lo que siento, que aunque lo habrás leído seguramente, pero en mi silencio muero. Realmente, no sé porqué no me callo, porqué no me rindo, porqué no soy uno más, en serio, no puedo obviar tu presencia aquí dentro, aquí... tan dentro que hiere más que cura.
¿Porqué soy tan fuerte y me siento tan débil? Me quema este sol que nunca antes me había quemado, no puedo luchar contra un corazón roto y estúpido que nunca aprende, no puedo obligarte a mirarme, ni a tomarme jamás en serio, no puedo entrar en tu vida... y lo sé, en el fondo lo admito y lo acepto, sé lo que soy, y, bueno, sé donde terminan mis posibilidades, ya no contigo, si no en general. Mira, no me importaría olvidarte, pero entraste tan dentro, que ahora tengo la dependencia a ese sentimiento, soy un drogadicto que necesita de tu rechazo para sentirse pleno, y aunque me duela imaginar la idea de que otro está ahí, no puedo cerrar los ojos tan fácilmente.
Hay algo dentro de mí que siempre me dice; quizás esta es la buena. Y un duende que no me recuerda a tiempo, antes de fijarme en ti, que no estoy en este mundo, o no en el tuyo.
He roto leyes de la física, y he pronunciado aquello que nunca se debe pronunciar, tan sólo por ti, y aún así, no soy más que otro que va detrás... el corazón es un alumno limitado que nunca aprende, siempre la misma asignatura para Septiembre, serán los restos de un tal vez que no ha cicatrizado, parece ser que está empeñado en que lleguemos tarde, que ya se ha acostumbrado a caminar sobre el alambre...el corazón, este idiota corazón...

martes, 15 de noviembre de 2011

Dispara, vamos!

"Dispara, vamos. Aquí me tienes, quieto e inmóvil; dispárame". Aquellas palabras habían salido solas, presa quizá de la desesperación. Necesitaba una idea lúcida en aquel momento, algo que me hiciese escapar, lograr una victoria que me permitiese seguir vivo. Por una vez, no sabía qué decir, no sabía si insultarla o defenderme, si excusarme o humillarla, o intentar hacer que entrase en razón... me decidí por intentar enfadarla, hacerla sentirse culpable de sus propios miedos, de su falta de coraje, de su escasa entereza para tomar una decisión como aquella; terminar conmigo.
"No puedes matarme, y lo sabes. Existes gracias a mí, eres algo en esta vida gracias a mí; ¿en serio vas a acabar con lo único que tienes? No eres nadie".
Como un suspiro que se escapa, exhalé por última vez aquel oxígeno. Sentí un profundo dolor en la zona del abdomen, que se entremezclaba con el frío que inhalaba involuntariamente, por aquel nuevo conducto de respiración artificial que tenía mi cuerpo. Sentí levemente como la sangre emanaba, bajando por mi estómago, cayendo al suelo. Intenté hablar, intenté gritar, pero notaba como mi corazón se contraía, profiriendome un terrible dolor, que me hizo caer al suelo de rodillas, intentando acabar con aquello. Busqué algo de fuerza en mis brazos para intentar taponar la herida, pero estaban inmóviles, como dormidos.
Lo asumí, en aquel momento, asumí aquella idea que me atormentaba desde hacía tanto tiempo, cada día y cada noche, esa tensión que me provocaba el no saber si mañana iba a despertar... se había cumplido. Ella había terminado conmigo, y ahora, recordaba el principio.

viernes, 11 de noviembre de 2011

El mundo no se acaba.

A veces es difícil encontrar la calma en medio de la tempestad, un lugar en el que ser uno más, y poder evadirte así en tus pensamientos, poder sentirte tuyo, poder estar tranquilo.
Rodeado de gente, y ver las mismas caras, aunque sean diferentes entre sí; ver historias, ver dolor y pena, alegría efímera o eterna, sentimientos y sensaciones que eman desde ellos, desde aquellos, desde esta gente que no conozco y que me rodea.
Y cada rostro, tiene una historia que contar, cada mirada tiene un significado, cada uno de ellos a sufrido una desilusión, o un amor, o un momento de pasión, o una intensa herida... todos escondemos algo. Y mirarles a los ojos, y notar como a ellos también les da miedo devolverte esa mirada. Somos juguetes de un destino que se ríe de nosotros; nos utiliza y nos hace burla, pero aquí no ser ríe el que quiere, si no quien puede.
Somos marionetas con palabra e historias como cuerdas, y ellos nos mueven, nos mueve la experiencia, nos mueven los malos recuerdos, o lo buenos.
Y verles, sentirles, si te chocas con ellos rozarles. Una simple conversación con un teléfono de por medio, puede convertirles de desconocidos a amigos en este mundo en el que la soledad nos arropa a todos.
Realmente, es lo que todos buscamos, el sentimiento que emite el saber que no estamos solos, que alguien más lucha con nosotros en este mundo de asfalto e insultos.
Seguramente, en esta cafetería desde la que escribo, esté el amor de mi vida, o uno de ellos por lo menos. Como poco, hay una persona que daría la vida por mí si me conociese, hay una persona de la que me enamoraría y me dolería, y una persona que se enamoraría de mí, y yo la haría daño. Está mi mejor amigo, y está mi mayor enemigo; estoy seguro, más de uno, me alabaría por como soy, y otros, querrán matarme.
Uno de ellos nunca ha sido amado, y uno de ellos no sabe amar, estoy seguro. Alguno actualmente vive feliz porque la vida le recompensa su esfuerzo, hay alguien que no se esfuerzar, y alguien que aún luchando contra el mundo no encuentre su camino.
Y, al final, no somos tan distintos ellos y yo. Pues no nos conocemos, pero compartimos una existencia, una situación social (especial en cada caso), unos sentimientos en cada uno que lo único que cambia son los personajes en la historia, el decorado, pero el directo que es el alma, siempre es el mismo.
Hay una chica que me mira distraída, la he cazado, pero ella no sabrá que hablo de ella, porque no me conocerá, y si lo hiciera, le contaré esta historia para que sepa como soy.
Quizás algún día todo cambie, pero hoy por hoy, con tanta globalización como existe, no han conseguido cambiar el corazón de la gente, los sentimientos de cada uno. No han podido hacer que los que están delante mía dejen de discutir sobre el fútbol, mientras una chica mira al horizonte distraída.
Ni que la gente esté siempre sola, ni que se deje de pensar, aunque no lo crean... no está tan mal la realidad social como la pintan. Se han perdido valores, sí, pero han entrado otros. No hay que ser tan alarmistas como son muchos "adultos", en serio, el mundo seguirá girando mañana, y pasado, y prometo que me casaré para el 2030, pues el mundo seguirá aquí, invariable.
No es tan sencilla la realidad como la pinta, pues no han conseguido informatizar los sentimientos.

jueves, 10 de noviembre de 2011

Pensamiento filosófico (primera cita)

La vida se basa en la anteposición de cosas, sentimientos, o pensamientos, opuestos entre ellos y recíprocos por naturaleza.
Esta verdad, queda confirmada echando una simple mirada atrás en el tiempo.
Basándonos en la idea de Marx, asegurando que la vida y la historia avanzan de manera dialéctica, debo decir que dicha idea pierde fuerza en cierto modo ante la realidad.
Confirmando la existencia de tesis, antitesis y síntesis, hay que desmentir la afirmación que dice que la antítesis aparece después de la tesis, pues al comienzo de los tiempos, ambas aparecieron por igual, y simplemente han ido evolucionando a través de la historia.
La lucha de clases, es el ejemplo perfecto, y el cual utiliza Marx como pilar de su ideología y pensamiento, sin embargo, no todas las contraposiciones las ha creado el ser humano, puesto que hay sentimientos, emociones y actos reflejos que nos vienen otorgados de nuestros primeros antepasados.
La relación gato-perro, es la más clara anteposición que la naturaleza nos da.
Dos seres prácticamente iguales (genéticamente), y sin embargo, su instinto parece haberles desfigurado la conciencia animal de manera que se odien.
Hoy en día, se acepta dicho hecho como algo normal e incluso necesario, que traspasado al humano, se observa como algo natural del día a día.
Utilizamos el pretexto de “lo inculcado”, para justificar en ocasiones tendencias políticas, maneras de ser, o incluso aficiones.
Sin embargo, ¿quien enseña al perro que el odio al gato es necesario?
La explicación humana ahí se estanca, es cierto, nadie les enseña a odiarse.
La explicación científica, siempre desligada de lo humano, culpa a los genes y a la naturaleza animal de haberles inculcado ese odio, sin embargo, ¿Quién se odió primero?
Aquí encontramos el primer escoyo a salvar por la dialéctica, ¿quién es antítesis, el gato o el perro? ¿Quién devuelve el odio y quien lo recibe? ¿Quién fue el primero en odiar?
Uno es antepuesto al consiguiente, y sin embargo, no existe una explicación lógica del por qué.
La idea del odio por el simple hecho de que ambos son predadores, queda renegada a un plano oscuro, en cuanto se compara esta situación con otros animales.
Sin ir más lejos, el hombre ha sido depredador desde siempre, desde sus inicios, y sin embargo, no vemos que el león se ponga a rugir al hombre sin atacarle, no existe el intercambio de mensajes de ofensa entre lobo y hombre.
Lo que podría explicarse con un simple hecho de temor por parte del animal, por ser los seres humanos quienes hemos dominado, y quienes hemos doblegado al animal, queda sin argumento cuando saltan noticias a nuestros oídos como ataques a humanos por parte de animales etc.
Ahí entonces culpamos a la inutilidad humana, o a la irresponsabilidad.
¿Por qué debería ser una irresponsabilidad retar a quien dominas?
Queda demostrado entonces, que el animal depredador no nos considera un rival, ni mucho menos, ni si quiera un alimento. El animal ya no considera animal al humano, y por tanto, hemos dejado de ser animales.
Si procedemos de los propios animales, ¿somos la antítesis de la naturaleza?
¿No somos naturales acaso?

“El ser humano tiene el gen de su propia autodestrucción”. Es cierto.
Los animales basan sus vidas, o sus etapas vitales (definamos más tarde vida), en los simples instintos, reacciones lógicas antes problemas que aparecen en el día a día.
No hay más que eso, acción-reacción.
El ser humano, en cambio, añade otra palabra a la definición animal de vida; acción-reacción-repercusión.
El ser humano, en un hábitat de naturaleza, piensa en las repercusiones.
Ahora bien, no niego que el animal no conozca las repercusiones de sus reacciones, pero son totalmente aleatorias e indirectas. El animal no busca repercusiones directas, sino soluciones indirectas ante problemas, utilizando reacciones.
El ser humano, tiene la capacidad de pensar en una futura repercusión, en un hábitat normal, a través de sus propios intereses.

¿Qué son los intereses del humano? El ser humano vive a través de sus propios intereses.
Podemos definir la vida, como la búsqueda del constante bienestar, de un bienestar consistente en la satisfacción de los intereses propios, basados estos en las necesidades, y pueden ser económicos, filosóficos, de realización personal… etc.
¿Las necesidades, por tanto, son lo mismo que los intereses?
No. Un interés es un plan de ejecución, por el cual se sabe o se cree con seguridad, que las necesidades del hombre serán resueltas.
Debido a la enorme variedad de necesidades existentes en el ser humano, los intereses requeridos por cada uno de nosotros son distintos, y por tanto, los planes de ejecución cambian entre unos y otros.
Ahí comienzan a aparecer las primeras diferencias, las primeras anteposiciones, y las primeras síntesis.
Los intereses nunca van contra natura. Es cierto que los intereses pueden ir en contra de la salud o la integridad del ser humano, sin embargo, al ser planes de ejecución elaborados por él mismo, nunca irán contra su persona.
Un ser humano busca siempre su felicidad, anteponiendo sus intereses siempre por encima de cualquier cosa, de cualquier otro interés.
Es una afirmación arriesgada, pero es la primera realidad que puedo confirmar; el ser humano antepone sus intereses siempre. Puede parecer que los deja de lado, para ayudar a realizar el plan de ejecución o interés de otro ser humano, por afinidad política, familiar, social etc., pero lo único que hace es posponer sus intereses para más adelante, su interés no desaparece por acción propia, sino que el tiempo (desembocado en olvido, este olvido promovido por la aparición de otro interés que suplante al actual) cambia el interés del ser humano por otro más actualizado y necesario.
La idea actual de interés, es equivocada para la mayoría de la gente, puesto que entienden interés como algo económico o ambicioso, capaz de destruir a cualquier persona con tal de subsanarse y realizarse.
No es cierto tampoco, el interés es una necesidad vital, que perfectamente puede ser la necesidad de ayudar a los desfavorecidos, como escribir una novela, como montar una guerra. Dentro de un interés, pueden aparecer reflejados los intereses de otras personas, siempre y cuando sean afines y apoyen a tu propio interés.
Un interés antepuesto a otro no puede luchar por lo mismo ni con los mismos recursos.
Por tanto, el ser humano basa su vida en la imposición de su interés por encima de cualquier otro, de manera que satisfaga sus necesidades.

Volviendo de nuevo la mirada atrás en el tiempo, observamos como ante la incapacidad del ser humano para resolver ciertas necesidades, siendo incapaz de elaborar intereses capaces de subsanarlas, creó la idea de “Dios”.
No entraré a juzgar su existencia, puesto que como decía Wittgenstein; “De lo que no se sabe, lo mejor es callar”
Debido a que no siento como necesidad propia encontrar una respuesta a Dios, la indeferencia termina dominando el subconsciente humano, de manera que esa necesidad nunca llegue a ser necesaria, y por tanto, no sea necesario elaborar un interés de modo que se encuentre una solución al problema de la existencia de Dios.
Lo cierto es que, volviendo al tema del hombre como dominador, si controlásemos todo, jamás nos plantearíamos una idea como la de Dios.
Sin embargo, dicha idea crea controversia, de tal manera que llega a anteponer pueblos enteros, por el simple hecho de creer o no creer.
¿Quién llegó primero, el que creía en Dios o el que no creía?
Puesto que si el primero fue el creyente, antes de ser creyente no creyó, y si el primero fue el no creyente, por que iba a creer alguien en algo que no se pronunció jamás.
También es cierto, que la idea de Dios fue creada por el hombre, ante su incapacidad para crear intereses eficaces que terminasen con ciertas necesidades.
Sin embargo, hoy en día sabemos crear esos intereses, ¿por qué se sigue creyendo en Dios? Por el sencillo hecho, de que aunque la ciencia esté avanzando, seguimos sin encontrar la solución a problemas en los que es cierto que avanzamos, pero no llegamos.
Por tanto, se sigue creyendo en Dios y se le culpa de cosas para las que no tenemos respuestas. ¿Cuándo desaparece la figura de Dios? Nietzsche afirma que Dios ha muerto, el hombre contemporáneo le dejó malherido, y ahora yace muerto. Sin embargo, se continúa creyendo en Dios, y se le sigue utilizando como respuesta.
Mas, cuando terminemos de elaborar respuestas, morirá Dios como idea (su presencia y existencia es superior a mi raciocinio, por tanto jamás negaré o afirmaré su existencia, simplemente la creeré o no), puesto que dejará de ser necesario.

La realidad radical por tanto de Ortega, ¿morirá con Dios?
¿El mismo instante en el que encontremos la última respuesta, el último escoyo para lograr nuestros intereses, se terminarán los “quehacerse”, y por tanto, perderemos el sentido de la realidad? No, por el hecho de que nunca se encontrará la última respuesta.
El ser humano, volviendo de nuevo al tema de la anteposición, ha vivido enfrentado durante toda su existencia, contra él mismo.
El ser humano libra una batalla, que es diaria y vital para su existencia: el conseguir sus propios intereses.
Para lograrlos, pasará por encima de cualquier cosa, siempre y cuando sus intereses no corran peligro grave de ser diluidos.
La realidad, al igual que la convivencia social, ¿sería llevadera si cada cual consiguiese realizar sus intereses, en plena armonía e independencia (conocido comúnmente como anarquismo)?
Por supuesto que sí, pero entonces seríamos animales, y esa idea quedó derribada.
Si siguiésemos perteneciendo al mundo animal, la resolución de las necesidades sería pacífica, puesto que buscaríamos nuestro propio interés sin más.
Sin embargo, el elevado número de animales que seríamos (muy semejante al que somos como humanos), terminaría creando predadores y cazados, y anteposiciones, y crearía una nueva realidad, innecesaria.
La armonía y la plenitud en la resolución de los intereses, el ser humano sólo la conseguiría, si siguiese perteneciendo al mundo animal.

Lo que se conoce hoy en día como autoconciencia, capacidad de raciocinio, intelecto, lóbulo frontal… o sentimientos e ideas, hacen que la convivencia en armonía sea imposible.
¿Por qué es imposible? Por dos sentimientos pertenecientes al ser humano, uno inculcado por la naturaleza, y uno propio.
El primero, inculcado por la naturaleza, es el conocido como instinto de autoconservación. El ser humano, necesita tener el control de la situación para poder realizar de manera armónica consigo mismo sus intereses, de cualquier otra manera, pueden surgir factores externos (otros intereses), que se interpongan en su interés, corriendo el riesgo este de morir sin ser subsanado.
El segundo sentimiento que aparece, es la envidia.
Las capacidades humanas son limitadas, creando así desigualdades entre los distintos seres humanos. En parte, dichas desigualdades son necesarias (ante la imposibilidad de ser perfectos), para crear una “cadena de montaje”, en la que se pongan todos los intereses, y sean satisfechos por igual. La envidia aparece entonces, como un virus que se expande sin control. El menos capacitado (que no el discapacitado), observa como otros consiguen subsanar necesidades, y no les resulta muy difícil. Su espíritu de autoconservación entonces, se da cuenta de que en caso de tener la necesidad subsanada anteriormente por otro con esa misma necesidad, él no podría crear un interés que la subsanase, y el único plan viable es intentar convencer a otro ser humano, para que en caso de necesitarlo, lo haga por él.
Ahora pueden aparecer dos factores: la activación del instinto de autoconservación por parte de el otro (no me interesa ayudar, puesto que no beneficia mi interés) o la aceptación interesada (beneficia mi interés, y por tanto le ayudaré).
El segundo por tanto subsanaría esa necesidad, otorgando al menos capacitado la seguridad de que podrá crear un interés en caso de necesitarlo.
En caso de que aparezca el primer factor, sin embargo, existen dos posibles reacciones por parte del menos capacitado a la hora de crear su interés; buscar a otro que le ayude a crear ese interés, o por el contrario recurrir al engaño; en ese caso, si consigue engañar al otro humano, estará creando su interés y se sentirá realizado.
Sin embargo, tarde o temprano, el otro se dará cuenta del engaño, puesto que su propio interés quedará en un segundo plano con el interés del que recibe la ayuda.
Y en ese instante, se crea la primera anteposición de la historia del ser humano; el engañado se da cuenta del engaño.
Ahí comienza la primera batalla librada por el hombre, la búsqueda de intereses, que no puede ser pacífica debido a la envidia y al instinto de autoconservación.
En ese momento, el engañado buscará una tercera persona, que pueda poner fin a ese engaño, creando así un interés alrededor de esa tercera persona, y engañándola en el fondo, creando de nuevo una nueva anteposición, un nuevo engaño.
Así, con el trascurso del tiempo, el hombre crea sus intereses a partir de engaños, y el que mejor sabe crearlos, termina siendo erigido como líder.
¿Quién es el líder? Aquél que mejor engaña, aquél que sabe crear sus intereses de manera que el resto piensa que sus intereses son favorecidos, mientras lo que hacen es favorecer el interés del líder.
Ahora bien, se podría pensar que entonces, el problema es el líder, y la solución sería acabar con cualquier tipo de líder.
Error, los líderes surgirían, puesto que para acabar con ellos deberías recurrir al engaño, convirtiéndote así en el líder de la rebelión, líder al fin y al cabo.

Ahora la duda planteada, es si de verdad son necesarios los líderes.
Me atrevo a pensar que sí, el ser humano que puede ser engañado, no puede ser líder. Peor que si puede ser engañado por un líder, puede ser engañado por alguien que no haya engañado al líder, y sin embargo a él sí.
Por eso mismo, el ser humano necesita alguien que le engañe bien, de manera que se cumplan sus intereses, aunque lo que hagan es favorecer a los intereses del líder.
Por tanto, ¿exaltamos la figura de los dictadores? No. Un dictador es aquel que llega al poder a través de la fuerza, y la fuerza no es el engaño. Un líder debe ser alguien que sea capaz de engañar al resto. Sin embargo, detrás de ese líder, hay más gente capaz de engañar a todos menos a él. Y detrás de este, hay otro más que engañan al resto menos a los otros dos.
Por tanto, para engañar de manera fiable a todos los seres humanos, el líder debe saber a quien engañar, de manera que le ayuden a engañar al resto, y crear así un grupo de gobierno estable.
El problema, sin embargo, aparece en cuanto el líder se vuelve líder, y su condición de líder aparece; la ambición se hace presa del líder, de manera que deja de engañar al resto, para mentir al resto. Comienza a despreocuparse del interés del resto, y en el momento en el que ya ha cumplido su interés que era engañar para liderar, le aparece la nueva necesidad de demostrar que vale más que nadie, y puesto que eso no es así, sus intereses le llevan a mentir, haciendo creer que su figura debe ser exaltada, y que él y sólo él, merece que se le concedan todos los lujos y caprichos, por el simple hecho de ser el líder. Ahí el resto de seres humanos, detectan la anteposición, puesto que sus intereses han dejado de importar, de manera que ahora son esclavos del interés del líder.
Puesto que es el líder por que sabe engañar mejor que nadie, la manera de derrocarle no está en el pacífico engaño, si no en la mortal violencia; si no puedes engañar al líder, acaba con él.
¿Es culpa del resto de seres humanos? No, la culpa es del líder que no supo comportarse como tal.

Entonces, ¿líder o no líder? La figura del líder es necesaria, pero debido a su condición de ser humano, jamás existirá un líder capaz de mantener a raya su ambición.
El líder perfecto sería aquel inmune a cualquier capricho, que simplemente viviera para sus intereses, engañando al resto de seres humanos, de manera que estos no vieran truncados sus intereses, y por tanto no vieran el engaño.
Definitivamente: el líder ideal sería Dios, no quien le representa, sino él mismo.

Ególatras sin nombre.

En fin... es todo lo que puedo decir, no tengo mucha más capacidad de reacción o respuesta.
He entendido estos días, que la verdadera felicidad del ser humano, se basa en tener a alguien detrás, alguien que te entienda, alguien que te desee, sentir la faceta del afecto cubierta. En eso se basa nuestro bienestar, en un amor eterno, en un polvo esporádico, en un beso intenso, en una caricia... en saber que por un momento, eres único para alguien, que no hay nadie más allí, que no gritas sólo, que si necesitas luchar, él o ella estará detrás.
En eso se basa la felicidad, y poco a poco entiendo, que nuestro papel es otro. Nosotros somos aquellos que hemos catado esa miel, los que hemos besado con pasión, los que hemos rozado, los que hemos abrazado tras mirar a los ojos... o los que se imaginan todo lo anterior. Sin embargo, ya no lo hacemos, por una racha de meses en los que no ha existido ese aprecio, ahora ya no somos nadie, no somos nada más que almas errantes, que tropiezan y fallan intentando atinar al primer disparo que el corazón decida. Nos mata la prisa, somos drogadictos enganchados a un afecto y un cariño que ya no existen, ninfómanas de besos que nadie te da. Tenemos ese mono; el volver a sentirnos únicos para alguien, ser la vida para quien necesita de otra para estar completo. Pero. aunque lo intentamos, aunque lo ansiamos, aunque creemos que podemos ser perfectos para alguien que aún nos espera, o que conocemos... nunca llega esa oportunidad, ese grito de nuestro entrenador que nos mande quitarnos el chándal para volver a jugar, un segundo intento, o un tercero, o un cuarto, o...
Entiendo que es lo que toca, ver como quien no tiene alma se llena la boca con besos que podríamos poseer, y que no sabe apreciarlos, y que los malgasta, que las balas que recibimos en forma de rechazos o desilusiones hoy pesan en el alma, y están dejando un agujero difícil de cerrar.
Pierdo la fe en toda esta parafernalia del amor, en serio. La vida pone a cada uno en su sitio, y yo debí ser algún tipo de hijo de puta en el pasado, o debo haber hecho demasiado daño a quien no lo merecía, pues observo como hoy por hoy, la gente como yo se muere entre tinieblas, mientras ególatras sin nombre, ni alma, ni religión que procesar, ni amor que les llene, hablan mierda a cerca del querer y del afecto, del tacto tierno de una rosa, de la infinita inmensidad de sentirse querido, de lo agusto que se está con él o ella.
¿Qué coño sabréis vostros de lo que duele amar en soledad? ¿De respetar sin estar enamorado? ¿De intentar no dejar morir al corazón en una amarga rutina, en el desconsuelo, en el desamparo?
No tenéis ni puta idea de lo que es realmente el querer a alguien, y sin embargo, parece que aún conseguís engañar a quien no sabe ver. Quien es de verdad perece intentando evitar un suicidio sentimental, agarrándose a clavos ardiéndo que traen más desidia que felicidad. Quien nunca necesitó luchar, no entiende lo que es amar. Dicen que si algo duele, es que va por buen camino... infelices desenamorados, aunque os sintáis desolados, aún nos queda la esperanza; no dejes que tu corazón se muera entre tinieblas, tarde o temprano, alguien sabrá apreciarte.

http://www.youtube.com/watch?v=JblTGP4gBZQ&feature=relmfu

Cerrado por reformas.

Volver a empezar, volver al comienzo, donde todo tomó forma, donde se gestó la bestia…
Hoy ha tocado hacer un repaso a los vídeos de mi infancia, ver la boda de mis padres (que nunca había visto), ver mis primeros pasos, ver a Romo (mi perro, que en paz descanse), ver mis primeras competiciones de Judo y Kárate, mi primer baile, mi primer cante… tenía arte yo de pequeño mira! jaja
El caso, es que he visto y observado esa parte de mi vida que me faltaba por analizar, esos recuerdos borrosos en su mayoría, pero muy nítidos en ciertas partes, en ciertos momentos. Hay cosas que recuerdo bien, como aquella pesadilla que me dejaba solo en mi casa, o la vez que mis padres me preguntaron sentados los tres en el sofá si quería tener un hermanito, aquel baile, y la foto con la chica que me gustaba con apenas 6 años… ¿Sofía se llamaba? Qué tiempos jaja
Tras ver los miles de vídeos que me hicieron, ahora comprendo un poco mejor por qué soy así, mi forma de avanzar, mi forma de crecer, mis berrinches (que me vienen de lejos por lo visto), mi soledad, amada soledad. Me he comprendido un poco mejor, lo admito. Mi amor verdadero por la música, viene de siempre. Con sólo unos meses ya cantaba el flamenco que siempre se ha escuchado en mi casa, me dejaba llevar con las rumbas de los Chichos, o el gran Manolo Escobar. De siempre he sido así, he sido pasota, he ido a mi aire, sin molestar a nadie, y he apartado a quien me ha molestado. Nunca dejaba a nadie jugar conmigo, prefería mis “Power Rangers” al Corro de la Patata. Quizás eso degeneró en esta especie de recelo que le tengo a las multitudes, a eso de abrirme… yo sólo me expresaba con mi mismo, conmigo me sentía bien, y realmente, no me hacía falta nada más.
Unos de los vídeos, era una competición de Judo en la que competí con sólo 5 añitos, y en la que mi padre era moderador… nunca había visto a mi padre como le he visto hoy, como le he visto en esos vídeos. Ahora parece más joven, es curioso, creo que ha crecido a mi misma vez. Ahora es más abierto, ahora es más maduro, ahora siente y lo refleja; más o menos, como el resto de gente de mi alrededor, no sé por qué, es lo que consigo, que la gente se abra, que se sienta bien, aunque obviamente, no con todos sale, hay gente que teme verdaderamente abrirse, y es curioso que yo les ayude a eso, con lo que temo el abrirme, el sentirme frágil.
Sinceramente, si no tengo a nadie cerca, es porque no quiero a nadie cerca, o no lo suficientemente cerca como para decir que me conocen a la perfección. Y con nadie, me refiero nadie. Y así decidí vivir, así decidí avanzar, sin entregar mi corazón a nadie, aunque lo deseé, aunque lo deseé mucho, pero siempre encontrar un defecto.
En ocasiones me pregunto; ¿qué pasaría si encontrase a esa niña que también prefería jugar sola, que pasaba más tiempo hablando consigo misma que con los niños, inútiles niños de su clase? ¿Sería mi chica perfecta? Es gracioso, pero nunca lo sabré, porque ella no se abrirá, y yo tampoco, es lo que hay. Y si acepto ya una vida de soltería y encuentros de media noche, y me dejo de tonterías, ¿haría daño a alguien? Creo que es la decisión que más me conviene.
Volviendo a los vídeos… admito que me entiendo un poquito mejor, y comprendo un poquito mejor lo que me rodea, que todo parte de una base, y que al fin y al cabo, no soy más que un niño que se ha perdido entre tanto mayor.
Anoche un buen amigo mío, me dijo que yo era alguien sabio. No estoy de acuerdo con él, no soy nadie en este mundo, no soy sabio, porque aún me quedan muchas cosas por conocer. Mucho por vivir… quizá con el tiempo llegue a serlo, hoy por hoy, no soy más que un niño que no ha encontrado su juguete aunque lo busca con ansia, un alma rota por los golpes de la vida que maquilla sus heridas con miradas de esperanza, un corazón cerrado por reformas, que busca reencontrarse… mirar al pasado, para comprender el presente y así cambiar el futuro.

Carpe Diem.

Teoría del valor.

Me encontraba escribiendo, frente al portátil, como cada noche, como cada día… cómo siempre. En eso se basa mi vida, para eso estoy aquí supongo, para escribir. Hacía un par de horas ya que la televisión había caído muerta en las manos de la “tele tienda” y de los concursos regidos por herederos de Dinhio.
Estaba liado con un poema, versaba algo sobre un fantasma y una capa de titanio que le anclaba al suelo… no estaba teniendo una forma definida, ni una idea, iba a ser de esos de los que desecharía rápidamente.
Entre tanto, yo pensaba en mis cosas, en mis ideas, en mis ilusiones y fantasías… nunca daba buen resultado, siempre sacaba la misma conclusión; solitaria y desesperanzadora conclusión, estaba sólo.
Se apagó entonces el portátil, como por arte de magia. Me quedé a oscuras en mi habitación; no había nadie en la casa, no que yo supiese. Me levanté de la silla, con mi cuerpo rígido; tenso. Intenté tocar la mesa junto con el portátil, procurando situarme dentro de la oscuridad que ahora envolvía la casa, o por lo menos, la habitación en la que yacía.
En momentos como aquel, solía recordar aquellos miedos que me maniataban en la cama, que no me dejaban despegar la sábana de mi cabeza. Me entró un escalofrío que me recorrió toda la espalda; por su intensidad, podría haberlo confundido con el tacto de un dedo frío, pero prefería no pensar en ello. Noté entonces como algo dentro de mi pecho quería salir corriendo de allí, no se encontraba agusto entre tanta oscuridad; descarté la opción de que fuese algún tipo de alien, y lo entendí; era mi corazón, estaba nervioso.
Anduve un par de pasos hacia detrás, buscando la pared que componía el pasillo que daba a mi puerta. Seguí avanzando, intentando chocar en algún momento con la puerta, cuando sentí la presión que ejerció la puerta al golpearme en el hombre, haciéndome caer al suelo. La puerta estaba abierta; alguien había entrado. El corazón aumentó entonces su ritmo de bombeo, y como si de un niño pequeño y asustadizo se tratase, me levanté, y comencé a correr de manera intuitiva en dirección a las escaleras que me condujesen a la planta de abajo, donde se encontraba el panel de los fusibles. Bajé los peldaños de tres en tres, y en cuatro zancadas, había llegado a los fusibles. Estaba frente al cajetín, pero los nervios no me dejaban abrirlo. Me temblaban las manos, me sentía patoso, pero lo conseguí, la abrí, y volví a reconectar el circuito eléctrico, y se encendieron las luces de la casa. Eché una mirada fugaz alrededor del pasillo, intentando cerciorarme de que no había nadie detrás de mí.
Todo despejado; pensé para mis adentros. Pasé a la cocina antes de subir, y cogí la linterna por si acaso de volvía a ir la luz, debía estar preparado. Subí los escalones, esta vez con sumo cuidado, vigilando cada paso, y sobre todo, el momento en el que la escalera se torcía a la izquierda. No había nadie, todo despejado. Llegué al rellano de la segunda planta, y para mi sorpresa, encontré las cinco puertas cerradas; incluida la de mi habitación. No era lógico, nada encajaba.
Me acerqué con cuidado a la puerta, y agarré con fuerza el pomo, para intentar abrirla lo más suavemente posible, intentando adelantarme a cualquier peligro que pudiese haber entrado en mi habitación. Con la otra mano, empujé la puerta transmitiendo la fuerza a través del empuje que la linterna permitía. Lentamente, la puerta fue cediendo, hasta que pude ver que tanto la luz de la habitación como el portátil estaban apagados. Enfoqué con la linterna entonces al hueco que quedaba entre el escritorio y la cama, buscando algo o alguien que estuviese por allí. No observé nada, por lo que decidí abrir la puerta del todo, y encender la luz.
No puede evitar que el corazón se me diese un vuelco, se me cayó la linterna al suelo, y la pude ver rodando en dirección a la parte donde habitaba desde hacía años el monstruo de debajo de la cama.
- Joder Daniella, algún día podrías llamar y tal, esas cosas que hace la gente normal.
- Si fuese normal no pensarías tanto en mí, y lo sabes Cañete – una sonrisilla se le escapó, mientras que yo intentaba desacelerar el ritmo de mi corazón.
- Ahora que casi me matas del susto, espero que el motivo de tu visita no sea verme muerto, ¿no?
- Todo lo contrario pequeñín – una sonrisa pícara escapó de sus labios.
- ¿A qué te refieres? – la intriga se impregnó en mi rostro entonces, no sabía qué podía querer aquella noche.
- ¿Cómo es eso que escribías antes de mi llegada…¿el seno de la muerte es amplio, no es difícil dejarlo todo atrás?
- Algo así era sí, ¿por qué? ¿No te gustan mis versos? – intenté ironizar al respecto, quitarle tensión al asunto.
- Déjate de gilipolleces anda Cañete. ¿Te estás dando cuenta de lo egoísta que eres?
- ¿A qué viene eso?
- Estás pensando en dejarlo todo, sin consultar con nadie. Sin llevarte nada, después de todo lo vivido. ¿Te parece normal?
- Bueno, estoy cansado, necesito un cambio…
- Pues cambia. Cambia lo que te rodea, cambia tu forma de ser, tu forma de vestir. Cambia, pero no huyas, cobarde.
- Es curioso que tú me digas que no huya, una chica que aparece cuando le da la gana, para volver a salir corriendo.
- No es cuando me da la gana, imbécil, aparezco antes de que hagas alguna gilipollez, como la de por ejemplo, salir corriendo. Mírate; ¿llevas tantos años luchando contra todos, y ahora que estás a punto de conseguir lo que tanto ansias, huyes? – tenía razón, me había dejado sin argumentos.
- Lo siento…
Se apagó la luz, y aparecí en el cuarto de baño, observé mi reflejo… lo entendí, correr no era la solución, no había sido creado para ello.

Teoría del deseo.

No me hacía falta encender la luz, para notar la presencia de aquell sombra en mi habitación, pues era aún más denso que la oscuridad. No tenía luz propia, pues no lucía ni brillaba, simplemente, sabía que estaba allí porque la noche daba paso a las sombras cuando ella estaba cerca.
Me miró con aquellos ojos que tantas veces me habían mirado; una mezcla de pena y dolor, que terminaban de denotar mi estado; allí, tirado en la misma cama de siempre, con la misma mirada perdida en el mismo techo. Quizá con los mismo pensamientos, aunque aquello ya era pura suposición.
Giré la cabeza, recostada sobre la almohada, lo suficiente como para mirarle a los ojos, sin mover los labios; completamente mudo, entonando con la noche.
"¿No puedes dormir?"
Su voz sonó dulce y cercana, con un aire de preocupación, de sufrimiento. Suspiré hondo antes de dar una respuesta, que llevaba practicando y esperando meses; "no".
Había sonado borde, era conciente, al igual que sabía que ella no se había tomado a bien esa respuesta, pues hacía aumentar su preocupación, como si de una madre se tratase.
"No te entiendo, me habías prometido dormir esta noche"
"Tú me prometiste dejar de espiarme, y aquí te tengo" Debía sonar contundente, debía sonar real. No podía echarme a llorar en aquel momento, ni a gritar, ni si quiera a correr, por lo que una respuesta contundente era mi mejor aliada en aquel momento.
"Nunca me vas a dar tregua, ¿verdad? Te gusta verme sufriendo, eres feliz sabiendo que me preocupo por ti, y que hagas lo que hagas, aquí seguiré".
"No es a mí a quien obligaron a vagar por la tierra, querida".
Escuché en la noche, como comenzó a llorar, entrecortados sollozos se escapaban de su gargante.
"¿Por qué eres tan cruel Fer?"
Sabía de sobra esa respuesta, no tardé en concedérsela.
"¿Quizá, porque el mundo me hizo así?
"Y si te digo que me importa una mierda tu mundo" Su respuesta, pareció sonar en toda la habitación, pareció no salir de ella.
La miré a los ojos, que ahora, eran brillantes; el brillo de la rabia, de la ira. Un brillo que se acentuaba con el reflejo de las lágrimas que estaba emanando.
"Si tan poco te importa mi mundo, ¿por qué sigues aquí?"
"Porque tú si me importas, jodido egoísta arrogante".
Se mantuvo un silencio, que no me atreví a romper. Sabía, que lo que ahora venía serían una serie de reprimendas e insultos, completamente merecidos, y que me iban a dejar en fuera de juego, aunque ya estaba descolocado.
"Me importas, y por eso estoy a tu lado cada noche, por eso te hablo, por eso me preocupo por tí".
Me ecendí, ahí la había cagado, tenía muchas cosas que reprocharle.
"Entra en mi cama y hablemos desde aquí." La reté, con aquella voz desafiante que me caracterizaba.
"No tienes remedio" dijo con cierto aire de rencor y pena "Sabes que no puedo tocar tu cama"
"Claro, siempre con la misma excusa; no vales nada, no tienes valor para quererme, no tienes valor para compartir tu vida conmigo. No haces más que mentir, e intentar engañarme con tu sucio romanticismo, con tus historias de amor y tus te quieros vacíos".
"Cállate!" Se encendió la luz por un instante, y vi su cuerpo; sufría de sobrepeso, no era la princesa que había deseado para mis cuentos, no era mi chica perfecta.
Se apagó la luz, y su sombra volvió a vestir aquella perfecta figura, aquel cuerpo de escultura griega.
"No tienes ni idea de lo que significa amar, no sabes nada de lo que supone un te quiero; tú no vales nada. Soy yo la que cada noche visita tu cuarto para que no te sientas solo, soy yo la que se preocupa porque no falles en tus decisiones, y en levantarte si te hundes. Soy yo la que intenta formar parte de tu vida, y tú eres el que no termina de entenderlo. No puedo entrar en tu cama, ¿no lo entiendes? No quiero entrar en tu cama, no quiero besar tus labios. Porque nunca lo he hecho, y me enamoré de ti sin desearlo. No quiero sentir tu aliento en mi nuca, no quiero ver tu cara cada mañana. No quiero pasar el resto de mis días contigo".
Aquello me dejó tocado. Sabía que ahora sí, la estaba perdiendo.
"¿Entonces, qué quieres?"
"Quiero que sepas que estoy ahí cuando estés mal, y que puedes llamarme cuando estés bien. Que lloraré como una niña cuando consigas lograr tus metas, y que de no alcanzarlas, te daré un abrazo y te diré aquel chiste tan malo, pero que te hace sonreír. En eso se basa el cariño, en traspasar la barrera de lo físico, de lo mundano, en ser alguien especial; ser algo más que un físico, y conseguir que te quieran por lo que eres, no por quien eres. Una vez entiendas eso, entenderás porqué vengo cada noche a tu habitación, porqué aguanto tus desprecios, y porqué no quiero entrar en tu cama. Fer; te quiero, pero no eres el hombre que quiero para pasar su vida con él".
"Yo... joder..." las palabras no salían por mi boca, no era capaz de encontrar esa frase perfecta, esas palabras que me hicieran no quedar como un idiota "Daniella, yo puedo cambiar, he comprendido el mensaje, en serio. Dame una oportunidad de ser el hombre que cuide de ti cada mañana."
"Veo que no has entendido nada, lo siento, no puedo ofrecerte más que una amistad". Y desapareció.
No volví a ver a Daniella por mi cuarto, aunque seguimos hablando. Ella, me ofreció una lección, que jamás se me olvidará nunca, y que desde entonces, ha sido el pilar de mis relaciones, y que nunca procuro olvidar; hay gente que se quiere, pero que no puede llegar a ser nada más que una amistad. Y eso está ahí, está latente, a todos nos ha pasado, nos pasa, o nos pasará. Y la amistad, no radica más que en eso; en el amor, es amor hacia alguien, amor hacia una compañía. Pero para una relación, a parte del amor hace falta el deseo.
Y ahora lo entiendo, estas cosas sirven para algo. No soy el deseo de nadie, ahí radican todas mis penas.
Bueno, al fin y al cabo, no se está tan mal solo, y amigas no me faltan; por lo que me siento querido suficiente.
Espero que alguien abra los ojos con esto, pues a todos a veces nos pasa, que confundimos el deseo con el amor, o los entremezclamos cuando la mezcla puede ser explosiva; hay que saber ver esas cosas.

Teoría del amor.

Antes de comenzar la narración, perdón a los que les gustan los relatos con más acción, misterio o intriga, pero últimamente sólo se me ocurren éstas cosas! Comencemos pues;

No concebía aquella noticia, sus oídos no daban crédito a aquellas palabras que debían ser mentiras.
Llevaba sin hablar con ella a penas tres días, y de repente, se marchaba.
No lo sabía por ella, Daniella no se había atrevido a decírmelo, como siempre que ocurría algo importante, como siempre que de verdad tenía algo que decirme, más allá de los meros compromisos cordiales que se llevan en una amistad.
Con el tiempo, había terminado aceptando que demasiado contacto conmigo le daba miedo, le asustaba la idea de llegar a quererme, o de que yo la quisiera, no estaba muy seguro.
Pero oír de boca de Francis aquella historia, su futuro viaje en apenas dos días a Perú, que pensaba dejarlo todo para irse con sus padres, que huía de aquí… ahora, se cae una lágrima recordando aquel agridulce momento.
En un principio, la noticia me defraudó enormemente; ¿qué sientes cuando se marcha un ser querido, la chica a la que amas, o el chico con el que pasarías el resto de tus días?
El saber que vas a perder a la persona que más te importa sobre esta tierra, por no haber sido capaz de atreverte a decirle lo que sientes… me estaba muriendo dentro de mi impotencia, de mi cobardía.
Siendo sinceros, aún hoy por hoy sigo sin saber porqué huyó de aquel pueblo, porqué emigró, y eso que de vez en cuando aún hablamos, pero ya no es lo mismo que era.
Decidí entonces, con mi impotencia en un puño y la rabia que se siente al darte cuenta de que el amor, no te corresponde, en el otro, pasar de ella.
No se merecía tanto sufrimiento, Daniella no valía la pena, hay más peces en el mar, ¿no? Si ella no me mostró nunca afecto, ¿porqué narices iba yo a sentirme mal por su marcha?
Ese discurso se lo creyeron mis amigos, que me vieron de nuevo fuerte, álgido, luchador.
Yo, no.
Aquella misma noche, no dormí.
Di un millón de vueltas en la cama, seguramente fue el ganador de la carrera aquella noche, pues pensaba que tú no darías las mismas que yo, ni por asomo.
No te veía preocupándote por mí, por lo que yo pensara, por lo que yo sentía.
A la mañana siguiente, no salí de mi cuarto más que para ducharme.
Y en la ducha, me derrumbé.
Recordé que con otros había sido más fácil, les habías dejado entrar sin más.
Y a mí, se me cerró una puerta que luché más que nadie por abrir.
Lloré de nuevo, pasé la mañana llorando, sin fuerzas para anhelar, sin fuerzas para luchar, para pedirte que te quedaras, para hacer nada más que morir… y lo entendí, no quería que te marchases, no quería perderte. Comprendí que el amor es eso, no tener dudas que se ama a una persona, de perdonarla cualquier cosa si te vuelve a sonreír, si te vuelve a mirar, conformarte con tenerla sin besarla, con que ella te abrace cuando menos lo esperas, cuando ella te recuerdo, incluso creyendo que se fue, que sigue pensando en ti.
Llegó la tarde, y decidí salir.
Llamé a Francis, claro, ¿quién si no iba a estar a mi lado?
No hablé con él del tema, y gracias a Dios, él no lo sacó, ni hizo intento de sacarlo.
Simplemente, dejamos que aquella noche muriese, entre el silencio que produce la risa, el silencio metafórico que siente tu corazón me refiero.
Después de aquella última cerveza, no recuerdo nada la verdad, no recuerdo que pasó por mi cabeza, no entiendo porqué salí corriendo, a galope.
Crucé calles como el que pisa briznas de césped en un jardín.
Llegué a su casa, ella nunca me la enseñó, pero sabía donde estaba; me había informado.
La puse un sms antes de llegar; “baja a la puerta”.
Dos minutos después, allí estaba ella, abriendo la puerta de su portal.
La miré un momento, a los ojos, y ella también, lo notó, bajó la mirada, y con gesto desafiante preguntó; ¿qué pasa?
- Me han dicho que te vas mañana.
- Sí, a Perú – aquella respuesta, le sentó como una puñalada.
- Vaya, qué bien. ¿Cuando tenías pensado decírmelo?
- Nunca – mantuve aquel silencio, esperaba algo más que aquella respuesta – no tenía pensado decírtelo.
- ¿Sabes? no tengo ni puta idea de a qué viene esto, pero no me gusta.
- Viene a…- no la dejé terminar.
- Me da igual lo que pienses, me da igual que me duela lo que duela, me da igual todo por una vez. Mira, desde el primer momento que llegaste aquí, me enganché a ti.
- No sigas por favor…
- Por una vez, quiero serte sincero. Me encanta tu manera de mirar, me encanta que me busques con la mirada cualquier sábado por la noche, me apasiona saber que te informas por mí, que te intereso. Me encanta la música que escuchas, tu forma de vestir y de pensar, tu forma de hablar, tu manera de ser con cualquier otro que no sea yo. Me encanta tu colonia, me encantan tus manos, me encantas – comenzaron a caer gotas al suelo, a la misma velocidad que una lágrima se derramó por mi mejilla.
- Patrick…
- No te voy a mentir Daniella, hay días que te odio porque no sé nada de ti, y se convierten en abismos, no sé salir de los baches si no estás tú. No concibo una vida sin saber donde estás, que te vas. Daniella; te quiero.
- Yo a ti no, quiero que te vayas – me quedé helado, era fría incluso en aquel momento. Se suponía que ella también se sinceraría, aunque… debía aceptar que lo había hecho; me confundí, no me quería. Cayó alguna lágrima más, mientras la miraba incrédulo – Si no tienes nada más que decir, quiero dormir para mañana.
- Suerte en tu viaje, un placer haber coincidido contigo en esta vida – conseguí sacar entre sollozos, como si de un suspiro se tratase.
Me di la vuelta, no esperé a su reacción.
La amaba, y no podía soportar aquello. Intenté no derrumbarme del todo, tirarme al suelo y patalear, con las manos en el rostro seguir llorando.
Comencé a andar con paso lento pero decidido, firme y constante.
No era capaz de soportar aquel desprecio, aquel roto no lo podría coser en años, era demasiado duro.
Miré al frente, distraído, sumiso al control remoto que mis pies marcaban, la lluvia era todo lo que se oía, y mis pisadas matando al barro que había producido.
- Te quiero – un grito emergió entonces de la nada, un grito suyo, era Daniella.
Se giró, y allí estaba ella, con los ojos enrojecidos por las lágrimas, con las manos en la boca, mirándome de frente. Para cerciorarse de que capté el mensaje, volvió a repetir aquellas palabras; Te quiero Patrick Muller.
Comencé a andar hacia ella, cada vez más deprisa.
Salió de la protección que la otorgaba su portal, y comenzó a correr también hacia mí.
Nos fundimos en aquel abrazo, que duró a penas unos instantes, pero que me pareció que compartía la misma propiedad eterna del Edén.
Separamos nuestras cabezas, y nos miramos a los ojos, juntando ambas frentes, ahora empapadas por la lluvia torrencial que a ambos intentaba ahogar.
Lo pensé seriamente, quizás un minuto, y entonces, de manera instintiva, me acerqué a sus labios.
Ella, dejándose llevar también, decidió corresponder aquel beso, que ahora era nuestro beso, nuestro momento de gloria, era el momento que tanto había ansiado.
Aún seguíamos llorando, mientras intentábamos recuperar aquel tiempo que habíamos perdido, asustados ambos por la idea de amar, de depender del otro, de aceptar una realidad que ambos temíamos, pero que ambos ansiábamos.
- No te vayas – susurré en su oído, cuando decidimos darnos un momento de aliento.
- Tengo que irme… ven conmigo – dijo tras un momento de silencio.
Nuestros labios volvieron a rozarse, volvimos a sentir aquel calor.

Aquella historia terminó como debía. No se puede poner freno a la vida; ella marchó a Perú, y yo me quedé aquí, velando por mantener en mi corazón su recuerdo; la esperanza de que ella existía, de que era posible.
Tras aquella noche, a veces hemos vuelto a hablar, cosas sin sentido.
Ella rehizo su vida, y yo, también.

No hay mayor dolor que amar sin ser amado, bueno, sí, amar y no saberse correspondido.
La sinceridad, a veces vence al miedo, y en ocasiones, salva almas del declive.

La maldición del poeta.

Era ella, por ese aura de misticismo que siempre la acompañaba; era la princesa del anonimato, la reina del disfraz con una máscara de sinceridad que a quien no estaba acostumbrado a lidiar con la verdad por delante, asustaba.
La primera vez que la vi, que me crucé con ella, jamás lo imaginé, nunca la creí así, tan perfecta; vestía trajes teñidos de humildad y crudeza, denotaban sus palabras una seguridad en sí misma envidiables, unos ojos que erizaban a la serenidad nada más posarse sobre ella.
No caí en la cuenta de que era ella hasta que me la volví a cruzar, hasta que forzamos el momento en aquella biblioteca falta de concentración en lo que a letras se refiere, con un corazón desbocado como única señal de vida, y un silencio mudo que parecía querer oír aquel; disculpa, ¿tienes un bolígrafo?
Era la pregunta, ella había pronunciado la pregunta, la que era mi pregunta.
Siempre llevaba bolígrafos “BIC” encima, soy poeta, son mi arma de destrucción masiva y mi herramienta para construir.
Pues aquella vez, no fue tan fácil responder, mi voz zozobró en el intento por salir de aquel agujero que ahora era mi garganta, o quizá queriendo acompasarse con el aire que allí se respiraba, decidió no salir.
Un leve movimiento de su cabeza, un parpadeo suyo, me hizo darme cuenta que efectivamente; me la había quedado mirando a los ojos.
No volví a verla por aquella biblioteca, no con la frecuencia con la que desde aquel momento nos estuvimos cruzando digo.
Era como un reloj, yo salía cuando ella entraba, yo agachaba la cabeza cuando ella buscaba mi mirada perdida entre las historias de aquellos locos filósofos.
El destino, como siempre desde que le conozco, hizo de las suyas.
Recuerdo aquella tarde en la que nos cruzamos en las escaleras, ella quiso intercambiar un tímido “hasta luego” con un personaje tan peculiar como yo, que todo lo que expresó fue un ilógico “ey”.
Y así seguimos un par de semanas, intercambiando gestos con la cabeza, tímidas miradas, algún que otro apunte, y compartiendo una misma situación; ambos dos en aquellas mesas, separados por una hilera de sillas, y solos, siempre solos.
Aquello era curioso, pues en mi caso, la soledad ocupaba gran parte de mi día a día.
La cosa siguió así, y nos plantamos en Diciembre.
Comenzaban los exámenes, y un amigo decidió venirse conmigo para preparárselos.
Cosas de la vida, se conocían ambos dos.
Me la presentó, y aún hoy recuerdo su nombre; Daniella.
Como para olvidar ese nombre, con la de historias que me dio…
Me enteré que no iba por mi rama de estudio, tenía otras ideas, otras teorías.
Al caso, tras los exámenes, una noche de fiesta en aquel pueblo alejado de la mano de Dios, la vimos mi amigo y yo.
Ella vino a hablar con nosotros, y estuvimos hablando.
Seamos sinceros, ella hablaba con él, yo era un mero espectador del espectáculo más maravilloso de la vida, dos adolescentes “ligando”.
Aquella noche, aprendí una gran lección; nunca juzgues antes de conocer.
Mi amigo, que le llamaremos Francis, se fue, y quedé a solas con Daniella.
Estuvimos hablando, y… me gustó aquella conversación, debo reconocerlo.
Me gustó su forma de enfocar que la política en España no merecía la pena, que el amor va y viene sin pararse a esperarnos, que la vida es dura sólo si dejas de vivirla en algún momento.
Aquella noche terminó, como todas las grandes historias, o eso pensaba yo.
A la semana que viene volví a verla en el mismo sitio de siempre, y la invité a sentarse conmigo.
Aceptó, con una sonrisa cómplice, y me propuso ser yo el que se sentara con ella.
Y así pasamos otro mes, jugando con los bolígrafos que ahora ya la regalaba en vez de dejarla, intercambiando miradas por las tardes, y batallas cada noche, en aquel pueblo.
Y así estuvimos, hablando, creando una confianza que nunca antes había tenido con nadie. Un vínculo muy difícil de separar.
Por las noches, ella venía a mí, hablábamos largo y tendido.
Los primeros fines de semana fueron más cortantes, pero con el tiempo, se hizo casi automático. Llegar a aquella discoteca y buscarla con la mirada, observando con asombro que ella estaba allí, mirándome.
Recuerdo una noche a principios de Febrero. Nunca olvidaré aquella noche, por lo que significó, por lo que aún hoy por hoy significa.
Hablamos, como cada Sábado, como cada vez que nos veíamos.
Ella me pidió ir fuera para fumar, yo entre risas la dije que el vicio la mataría, y ella me agarró la mano para que fuese tras ella.
Siempre había sido un tipo torpe y escurridizo, me daba miedo tanto contacto, pero aquella noche me dieron igual mis miedos.
Tan sólo, me dediqué a mirarla mientras ella me hablaba a cerca de aquel chico que la gustaba, la miraba a los ojos, nunca supe lo que me dijo realmente en aquel momento; si me habló del amor, me comentó sus grandezas, o si por algún casual me dijo todas sus dudas respecto a aquel chico que la verdad, creo que nunca llegaré a conocer.
Sólo recuerdo que me acerqué a su boca, la junté a la mía, y la besé, sin más dilación, sin pensarlo dos veces.
Ella en un principio pareció reacia a seguir aquel beso, pero no retrocedió.
Me pidió irnos lejos de aquella puerta tan ruidosa, y así lo hicimos.
Aquel ritual, se repitió cada fin de semana, durante un gran periodo te tiempo.
En realidad, nunca hablamos a cerca de aquellos momentos.
Seguimos manteniendo una amistad de lo más normal, en aquella biblioteca, donde los juego se volvieron cada vez más intensos, provocando las atónitas miradas de los allí presentes.
Nunca se lo contamos a nadie, ni si quiera con Francis lo hablé.
Un buen día, todo empezó a torcerse.
Llegó Marzo, y ella me llamó; quería hablar.
Quedé con ella, aquella tarde no se atrevió a mirarme a los ojos, fue un saludo frío, no quiso besarme, y yo… yo ya no quería besarla.
No me parecía suficiente, no expresaba realmente lo que sentía por ella; estaba enamorado.
Era ella, era tan perfecta que un simple beso no valía de nada ya, quería demostrarla algo más, quería tenerla, quería ser su vida, que ella fuera la mía…
Aquella tarde, admito que tuve ganas de romper con todo.
Me explicó con suma paciencia y precaución, que se estaba enamorando ella también, que la daba miedo todo aquello, que nunca antes lo había sentido así…
Nunca entendí tampoco como acabó todo aquello, pero terminamos abrazados en aquel banco, sentados, arropándonos del frío que hacía esa tarde.
Dimos el paso, oficializamos aquel sin fin de amor derrochado en portales y bancos, decidimos ser uno.
Aquel día, aquel abrazo, aquella primera vez… todos esos sentimientos fluían por mis venas en aquellos tiempos en los que los dieciocho se acercaban; el primer amor…
Los consiguientes meses, fueron maravillosos.
Estuvieron llenos de paseos, de noches de divertirnos hasta al amanecer, de fiestas en su casa, de fiestas en la mía, de regalos, de miradas… aquel mirar suyo que me enloquecía.
Era tan perfecta, todo estaba saliendo bien con Daniella, aquella chica que había salido de la nada y que me alumbró el camino, como por arte de magia.
Recuerdo aquella noche en la que discutimos por primera vez.
Quiso que dejase de escribir, que dejara el verso, la prosa, que dejara de sentir más sobre el papel que lo que a ella la daba.
No podía hacer eso, era escritor, no podía dejarlo todo por que ella quisiera, estaba siendo egoísta… pero claro, eso lo veo hoy por hoy, y la abandoné; no volví a escribir.
Desde aquella noche, todo cambió.
La magia pareció esfumarse de un plumazo, dejé de escribir y dejé de sentirla, los besos sabían a rutina cada noche, el verla era lo de siempre, empezaba a echar de menos aquel sentimiento de soltería, el sentirme libre.
Llegó el momento en el que yo tuve que marcharme al extranjero; era de esperar.
Cada mes de Julio marcho a Irlanda, y… debo reconocerlo, cometí el mismo pecado que ella cometió, pero con distintas consecuencias.
La noche antes de mi cumpleaños, el veintidós de aquel mes, me llamó, explicándome que lo sentía, que había sido infiel a nuestro compromiso, que Francis estaba allí cuando yo no, que debía entenderlo.
Nunca la perdoné aquello realmente.
En caliente, la dije que no pasaba nada pero… si pasó, y tanto que pasó.
Aquella noche conocí a Janeth, y la noche siguiente a Stephany, a Lucía, a tantas y tantas chicas… fui un hijo de puta, lo admito.
Ahora me analizo, no entiendo que pasó por mi cabeza, como todo pudo cambiar de la noche a la mañana, como del amor al odio hay tan solo un paso, un paso que me obligaron a dar.
La rutina mató al amor más bello que nunca he tenido ni tendré, el no dejarme volar libre, el serle infiel a mis propios principios, esos que me dan realmente la vida y que me hacen ser como soy…
Entendí entonces, que querer forzar algo que es inviable, que no está destinado, es jugar a ser Dios. Que el corazón de Daniella no era para mí, ni si quiera tras aquellos momentos que vivimos tan inmensos, no, jugué a ser Dios una vez más.
Caí en la cuenta más tarde, que sí conocía al chico del que me hablaba, del que realmente estaba enamorada… hablaba de Francis, y no quise escucharla.

A veces, es mejor rendirse sin luchar, no forzar a que te amen, aceptar una amistad; preciosa sí, pero una amistad, antes que tirarlo todo por la borda.
Las dudas matan la pasión, el amor, la ilusión, la belleza…
Es otra de las enseñanzas que te debo Daniella; nada es lo que parece.
Por mucho que brille el Sol, las nubes nunca se irán, y algún día, terminarán llorando en tromba…

PD: es la maldición del poeta, así se define; enamorarse de imposibles que te llevarán a la desgracia. Aunque quien me conoce dice que no, en serio, no soy capaz de hacer que me amen, por eso aprendí a no forzar nada, pues jamás me querrán más que como un amigo, y anoche quedó demostrado.
Nadie me ve como su pareja, nadie piensa en un futuro conmigo… decid lo que queráis, tendréis razón pero… aún nadie a demostrado lo contrario, ni si quiera mi ex confiaba en mí, así que xD

Autoterapia.

Lo intenté, que nadie dude lo contrario. Que nadie piense que no me dejé el alma en este intento, que sigo haciendo las cosas por pura rebeldía o cabezonerías mías, no en serio; no puedo dormir. Malditos nervios que me corrompen ¬¬, les odio mucho, pero les debo estas cavilaciones que se me han ocurrido en este breve periodo de insominio, que dentro de unas horas será todo un problema. En el fondo, lo que me están matando son las ganas de empezar, de conocer qué narices es ese mundo, de desvelar sus secretos, de destrozar sus registros, de ser el mejor y poder demostrarlo; que lo soy, que siempre me lo han dicho, no es egocentrismo... bueno, espera, quizá sí jajaja. El caso es, que sé que puedo, no me da miedo ningún abismo, no temo a ir contracorriente, como tampoco temo una buena retirada a tiempo antes de perder la poca cordura, que en el fondo, me ata a la locura. Porque sí, yo elegí este camino. Porque lo fácil nunca fue conmigo, porque amo, adoro ser diferente, y que la gente se de cuenta de ello. No me gusta sin embargo que me reconozcan a todas horas como soy, que me recuerden lo que soy, es mi gran contradicción; me gustan las cosas tal y como están, pero lo cambiaría todo de lugar. ¿Nunca te ha pasado? Estar tan sumanmente agusto que quizás es demasiado, necesitar nuevas metas, nuevos retos, dios... sí, yo soy de los que no soportan las vacaciones de tranquilidad, no soporto descansar, no soporto el relax. Y eso que mi físico de niño obeso (del cual pienso hablar más adelante, pues hay novedades!!!) debería haberme marcado como alguien tranquilo, como alguien pausado, aunque por fuera lo parezca, en serio... soy un jodido volcán que no soporta la inactividad. En fin, estoy deseando comenzar, sentirme vivo de nuevo. Intenté tenerme distraido este verano escribiendo la novela, y con mi peculiar toque que le doy a las cosas, tras llevar más de doscientas páginas (que se dice pronto) decido dejarlo porque no me gusta como queda jajaja Mi pregunta es, podría haberlo pensado antes? No, obviamente no. Yo, como casi todos, aprendí equivocándome. Este verano... joder, me quejo, pero en realidad no he parado. Nada más acabar la PAU, que por cierto, me decepcionó, tanto el nivel como la nota, pero bueno, me fui a Málaga en una semana en la que bueno, sentimentalmente estaba raro (habían pasado demasiadas cosas demasiado inesperadas) pero que realmente, me lo pasé genial, con gente estupenda a la que al final, en tan solo dos años que estuve con ellos en clase, les debo mi cambio, les debo mi "transformación", junto con otra serie de factores, como han sido mis monjas y mi correspondiente acercamiento a la Iglesia, mis amigos, que por fin encontré, esas amistades que pedía desde tan pequeño y que me marcaron por su ausencia, esos profesores y sus lecciones, que sonará a tópico, pero les agradezco todo lo que hicieron por mí, en serio... era un potro desbocado cuando allí llegué, y tenía un problema; era un niño que se creía hombre. Me demostraron que no, que me equivoco, que no soy perfecto, que no soy el mejor, que no soy nada ni nadie. Y tras aceptar aquella nueva realidad, me enseñaron como serlo, me enseñaron como ser un hombre, y bueno, en eso estamos (aunque algunos opinen lo contrario, esa parte de mis "fans" que me llaman fascista... en fin, es para reírse, lo seguiré haciendo mucho tiempo, lo siento jajajajaja). Y sí, cambié al final, soy lo que ahora soy que no tiene nada que ver con lo que fui ayer. Y cada día que pasa avanzo, dando miles de pasos en falso, cayendo y llorando, pero, joder, avanzo. Bueno, que me voy del tema, narraba mi verano que dentro de unas horas toca a su fin (yujú!). Tras una semana inolvidable, en la que no me relajé demasiado, pues tenía las notas de Selectividad dos días después de volver de allí, me lo pasé genial, y entendí muchas cosas de como piensa la gente corriente (sí, soy un Dios, qué pasa?) No, hablando en serio, siempre me ha encantado hablar, pero más aún, escuchar. Escuchar a quien sea, vista como vista, tenga la edad que tenga, crea las mentiras que crea (hachazo a las ideologías), siempre fue mi filosofía, aprender de quien sea, y así ha sido. Nunca me he cerrado a escuchar a nadie que de verdad quisiera hablarme, que tuviera algo que decir, que halla vivido, que de verdad sienta. Y como no soy de cerrar puertas, acabé aprendiendo, acabé madurando. Hoy por hoy, no me considero más que nadie, en serio, aunque no lo parezca, soy consciente de mis limitaciones, sé que no soy Dios, también se que no soy la última mierda, obviamente. No me llaméis humilde, pero tampoco narcisista. Y bueno, después del mazazo sentimental que llevaba encima, llegó el mazazo académico. Después de todo el esfuerzo, un jodido 8,376 de nota final. No era lo que merecía, o eso creo, pero bueno, no se podía hacer mucho más, entraba en un principio en la carrera que quería (pedían un 8,129, no estaba mal). Hubo gente que me avisó, en particular dos personas, que me dijeron que podía subir 0,3 puntos y quedarme fuera. Yo sabía que tenían razón, pero supuse que el destino no sería tan cabrón... (estos puntos suspensivos los explicaré más adelante). Tras aquello, me fui a Irlanda, me paraíso, mi retiro espiritual, mi casa... nada más llegar, noté que algo era distinto. El grupo que llevaba era muy jóven, y a mí me suele gustar formar parte del grupo de estudiantes del que cuido, y se hizo difícil, además, teníamos un niño de tan sólo quince años, pero que ya apuntaba maneras de homosexual, y fue más difícil acercame a él, por que no lograba sacarle una sonrisa (y mira que se me da medio bien), me costó mucho ganarme su confianza, pero lo conseguí, fue un mini-punto para mí xD. El caso... con los monitores genial. Con el otro monitor, mi compañero irlandés por excelencia, me lo pasé genial, de verdad. Ese chico no se imagina lo que le debo. La otra monitora... era estúpida vale? Es de esa gente que te saca un año pero dices, tia, eres tonta, asúmelo... Sólo diré que estudiaba magisterio, y su nota media no subía del seis, patético... Además, como monitora fatal, y en la convivencia en la casa, fue peor, era una guarra (en la parte original de la palabra), además, no podía hacer mucho porque mi jefe, al cual aprecio muchísimo, se encariñó con ella y era imposible decirle que hacía las cosas mal, así que, en el fondo fue una decepción para mí. Bueno, entre tantas cavilaciones, llegó un odioso 20 de Julio, dos días antes de mi cumpleaños. Era mi madre, llamandome a las siete de la mañana. Todos en la casa dormían, así que me bajé al salón y... bueno. Nunca me había visto a mí mismo llorar, en serio, nunca. Y esa mañana, aunque mi madre intentó maquillar un poco la noticia, la tragedia, no pude contenerme. Mi carrera había subido a un 11,45, y me habían aceptado en la ante-penúltima carrera que había elegido; A.D.E. y Turismo. La carrera no estaba mal, pero... joder, fue una decepción muy grande, y si ya de por sí era difícil estar un séptimo verano consecutivo lejos de tus amigos, lejos de tu familia, el año en el que entrabas en la Uni, que además cumplía 18, y con todas las cosas que había dejado aquí en España sin hacer... fue horrible. Esa misma mañana, cuando terminé de llorar, subí a mi cuarto y me vestí. Bajé a la puerta trasera, puerta de la que había perdido la llave hacía días, por lo que la puerta estaba abierta, y no podría cerrarla para no quedarme fuera. Al salir, me giré para cerrar la puerta, y allí estaba la llave, en la cerradura, dispuesta para permitirme cerrar la puerta. Lo sentí como una señal, llenó mi cara con una sonrisa. Comencé a andar, decidí dar un paseo por Tubbercurry (o Tubber, como pone el jodido Tuenti), mi pueblo, mi sitio. Anduve durante más de una hora, y decidí llamar a mi padre para hablar con él. Hacía dos noches había soñado que mi padre me echaba una reprimenda, pero que me abrazaba, me mostraba su cariño (cosa innata en él), y no lograba entender el sueño. Tras esa llamada, se me resolvió todo. Mi padre se mostró seguro en sus palabras, y por primera vez en mucho tiempo, no tuvo miedo a hablarme como padre, me dijo que aquello era la primera ostia que la vida me daba, pero que tocaba salir adelante, que no podía hundirme, que no era ni la mitad de lo que tocaba recibir. Creo que por un momento, se olvidó de que era su hijo y comenzó a entender que él era mi padre. Terminé de hablar con él, calado entre una mezcla de la lluvia que caía esa mañana y las lágrimas que consiguió sacarme, aunque eso él nunca lo sabrá, no quiero que sepa que a veces me derrumbo. Seguí andando, y no presté atención la verdad a donde iba, nunca lo hago cuando pienso en mis cosas, me dedico a ser un elemnento más de la calle, un trozo de asfalto, una piedra en las aceras... y andando, llegué, aparecí más bien, porque no recordaba haber hecho esa ruta, aparecí delante de la Iglesia. Esa Iglesia en particular, me había visto muchas mañanas, y muchas tardes, y muchas noches, y siempre me acogió, siempre sacó las palabras desde su silencio, desde el frío blanco que recubría sus muros. Y ahí lo entendí, que todo ocurre por un porqué (que por cierto, ese a sido mi gran hayazgo del verano). El destino, creí en el destino, entendí que todo pasa porque algo pasará después. Relacioné aquella mañana todo, absolutamente todos mis problemas quedaron satisfechos, resueltos. Lo entendí todo, y de ahí mi renovada fe; entendí que le debía un favor a aquella Iglesia, le debía un sacrificio (esa es la explicación del rosario que llevé en la JMJ, y mis sentimientos en aquella noche en Cuatro Vientos, mi gran vivencia, aquella hora de silencio... todo tiene su porqué). Volví de Irlanda renovado, yo lo sentí, me di cuenta. No era el mismo, ahora confiaba en mí, sabía que no estaba solo, y eso me impulsó hacia delante, y, sobre todo, hacia arriba. Un inciso, hace una hora que escribo sobre mí. Voy abajo a por agua, ahora termino, que aún queda la mejor parte ;) Volví, pero antes de seguir con mi terapia, decir que el televisor de mi cuarto (que está al lado del portátil desde el que hablo) cuando está apagado tiene una lucecita roja, y cuando está encendido es azul, pues a veces, se vuelve loquísimo, y se pone la azul cuando está apagado, y en seiro, me acojona jajajaja Vuelvo a la terapia. Bien, llegué de Irlanda, y descubrí que todo había cambiado junto conmigo. Antes de irme, antes de la PAU, me cabreé con mis amigos, con la gente con la que llevabab toda la vida saliendo, que les conozco desde críos, bueno, me cabreé con ellos. Siempre he tirado balones fuera, y ahora no quiero seguir así, los dejé por que no soportaba más la rutina, porque me agobiaban sus gilipolleces, porque eran, y son, muy críos, muy niños. Por que en el fondo, no les gusta mi tipo de vida, ni a mi las suyas, pues de los que están, que quiero a todos muchísimo, pero ninguno va a llegar a nada, y lo siento, pero yo tengo una ambición innata, heredada, que no me permite estancarme en la rutina. Y lo que pasó, es que eran un lastre para mi desarrollo, ni más, ni menos. Y he sido y estoy siendo un egoísta, lo sé. Corro con la confianza de que no van a leer esto, porque claro, no les gusta leer, como tampoco mi música, como tampoco mi poesía, no les gusta escuchar, no les gusta prácticamente nada de lo que a mí más me gusta, y claro, siempre es difícil compartir una vida con alguien con quien no compartes nada. Y bueno, ahora me he reconciliado con todos, uno a uno han ido viniendo, como un cuentagotas eso sí, a decirme que lo sienten, que me echaban de menos, que no entendían porque me había ido, y bueno... me comporté como un hijo de puta, lo admito, les hice sentir mal porque sabía como hacerlo, sabía que decirles cuando están borrachos para llegar a su interior, para traerlos a mi terreno, para hacerlos vulnerables. Y. en el fondo, los utilicé. Javi sigue sin explicarse porqué me voy con ellos, y no puedo decirle tampoco que es una excusa para no aburrirme, que me divierto jugando con ellos, y, a parte, gracias a ellos he conocido a mucha gente, y mucha gente me ha conocido, me han dado "street" como dicen mis irlandeses, me han enseñado a vivir en la calle, los barrios bajos, las malas gentes... y he aprendido a moverme por ellos también. Bueno, pues tras reconciliarme con ellos, llegaron las fiestas de Pinto. Sinceramente, tenía muchas esperanzas puestas en esa semana, pues justo ahí, hacía un año había conocido a la que hoy por hoy es mi ex, de la cual no hablaré más, porque es agua pasada. Y, bueno, tenía la esperanza de conocer el amor de nuevo, de tener alguien a mi lado, de saber que alguien me quiere. A veces, hasta yo necesito el amor, realmente, soy un romántico reprimido. Me río de quien reagala estrellas, pero yo regalo sentmientos en forma de poemas, que no sé que es peor. Y sí, quería haber encontrado a esa chica que me hiciera suspirar, que me hiciera sentir, que me hiciera recordarme que tengo un corazón... pero no, no la encontré, aunque por momentos pensé que sí, pero esa es otra historia de la que no estoy dispuesto a hablar. Y con las fiestas, llegaron de nuevo los tópicos; las bromas de mis compañeros de borrachera, mi supuesta alcoholímia, y llegaron las peleas... quería mencionar esto brevemente. Entre Bola (Raúl, a bote pronto, el único que ha estado ahí desde que tengo uso de razón, y al cual aprecio muchísimo, un tio enorme con un corazón inmenso, aunque nadie sepa verlo) y yo, paramos una pelea de bandas de más de cien personas. Algunos se lo toman a cachondeo, pero nadie se imagina la que se pudo liar allí, en aquellos céspedes del Juan Carlos... gracias a Dios no pasó nada, conseguí utilizar la palabra (y la fuerza, que aunque nadie se lo crea la tengo) para parar aquella pelea, que me podría haber dejado en muy mal lugar. Y, en el fondo, aquello me hizo ganarme un respeto entre estos barrios bajos. La sangre fría que usé, que ahora lo pienso y no sé porqué actué así con mi temperamento, me ha dado un nombre que va a ser difícil de borrar, pues ya he dejado un recuerdo, una historia entre estos fondos, que es imprescindible hoy en día para que nadie te roce en las calles. Bueno, cerrando el apartado fiestas, decir que también tuve noches de pasármelo en grande, donde bailé y disfruté como un enano, y que no, no encontré el amor lo que supuso una gran decepción, pues era de mis últimas esperanzas. Al fin y al cabo, las fiestas fueron un aperitivo en comparación con lo que vino después; la JMJ. He escribido cientos y cientos de líneas a cerca de ese acto; fascista para mis fans (dije que lo recordaría jajajajajaja) y tan emotivo para los creyentes, pero debo mencionarlo aquí, siempre dejo cosas sin decir y hoy es el momento de no olvidarse nada. Cuando lo ofrontaba, tenía muy claro mi objetivo; llegar a Cuatro Vientos, y ofrecerle al Papa, a Dios, a los jóvenes y al mundo entero mi fe, mi ofrenda (el rosario que mi cuello portó) y mi testimonio. Siempre había sido ateo, es cierto. La familia de mi padre siempre ha sido socialista (aunque ahora es fan de Intereconomía, los caminos del señor son inescrutables jajajajaja) y por parte de madre; no digamos fascistas, pero sí de derechas, y además católicos pasionales por parte de mi abuela, andaluces todos, pues ya ves. Eso dio pie a una situación un tanto curiosa, que es en la que me he criado, en la que me he educado; en una casa donde todas las tendencias políticas e ideológicas tenían lugar, se dio un ambiente de constante debate sano, de aprender del otro, de avanzar con cada nueva idea... de ahí mi completa adversión a las ideas, a la gente encasillada en unos párrafos, en unas mentiras; el ser humano debe escuchar, debe sentir, debe aprender con cada nueva boca dispuesta a hablarle. Y bueno, de ahí mi forma de ser, que en el fondo, es liberalismo puro y duro xD. Volviendo a la JMJ, unos días antes había tenido una reunión con mis "jefas", que curiosamente, eran la hermana de una persona a la que yo tengo en muy alta estima y a la que quiero y aprecio mucho (al contrario de mucha gente, ignorante en su mayoría, que suele juzgar sin saber) y la mejor amiga de esta. Fue gracioso y bueno encontrarse alguien "conocido" allí dentro, fue un apoyo moral la verdad, me daba miedo que me tocase el típico católico cerrado y forofo. Con todo, en fiestas conocí a mi "jefa suprema", una chica de mi edad, que liándose con uno de mis amigos me defraudó un poco la verdad, que me cayó bien pero que aún hoy pienso que la dieron demasiada responsabilidad para su juventud, aunque no lo hizo mal la verdad. Y con el paso de las fiestas, allí me vi; en un pabellón repleto de italianos desnudos con tres chicas que me mandaban de un lado para otro, y no es por dármelas de importante ni mucho menos, pero siendo el único que curraba. No es por menos preciar a mis amigos, pero no me jodas, los de seguridad no hacían nada, y los del desayuno se sentaban a coger tiquets ¬¬ Pero bueno, no me quejo la verdad, lo hice voluntariamente y es lo que tocó, me gusta trabajar así que. Bien, pues tras dormir a la interperie durante una semana, pensé en muchas cosas, se me aclararon muchas, muchas cosas, siempre o casi siempre horientadas a mi fe. Y la jornada en Cuatro Vientos, sinceramente, fue bestial, pero sin embargo, lo que me terminó de impresionar fue el viernes antes, que había ido con Javi, Álvaro y Nacho a Madrid, esa ciudad que amo, a la plaza de Cibeles (plaza que también amo, por cierto). Suene lo homosexual que suene, no pude contener las lágrimas, me aparté a un lado para que nadie me viése llorar. Ver a todas aquellas personas, hermanadas, tranquilas, sin reclamar nada, sin reivindicar, sin acordarse de nadie, sin insultar, sin pelear... me llenó el corazón, así lo sentí, me impresionó, me demostró que el ser humano puede ser humano a veces. La pena fue que a las puertas de entrar, me retuvieron y tuvimos que irnos a casa, pero me hubiera encantado estar allí dentro. De la jornada en Cuatro Vientos, no te voy a decir nada nuevo, quizás es nuevo que lo que realmente hizo especial aquella jornada fue la gente con la que estuve. Ella no lo sabrá nunca, pero fue un gran apoyo cuando pasó todo lo de la PAU, y el haber estado todo el verano sin hablar con ella por algo que todavía no sé muy bien qué es, siempre he pensado que era porque pensó que me declaré, pero no lo sé la verdad, me dolió muchísimo, quizá más de lo que hubiese pensado nunca.. Pues el volver a sentir que se acordaba de mí fue un momento muy bonito la verdad, me llenó mucho. Además, el volver a ver a Nacho, aunque a veces sea muy pesado y tengamos nuestros más y nuestros menos, fue muy bueno también, le echaba de menos en el fondo jajaja. Y como colofón, aquel sentimiento de fe, aquella sensación de notar como se estaba llenando mi alma, como había llegado, había cumplido mi promesa, había transportado ese enorme peso que me hacía dormir cansado, ese rosario... guau, fue impresionante, inefable, no puedo describirlo. Bueno, terminando con la JMJ, acabó también un poco de mí. No quería que se acabase la verdad, me sentí agusto, muy agusto, me sentí reconfortado, me sentí acogido; querido casi. Y alguien como yo, bohemio por naturaleza, no es fácil sentirse así, nunca lo había sentido la verdad, exceptuando el día que fue al Mirasur como un exiliado, aquel 22 de Abril de 2010, un día antes de la presentación de mi libro... el sentir como todo el pabellón coreaba mi nombre, su aliento, su calor, sus ánimos... impresionante. Pues terminó la JMJ, y comenzó mi "jornada de reflexión" (una jornada de dos semanas eso sí) y me la dediqué a mí la verdad, tenía ganas de hablar conmigo, de explicarme lo que sentía, lo que había vivido, hacer recuento de mis pertenencias sentimentales, de lo que había dejado pasar, de lo que quedaba por venir...y en el fondo, prepararme para lo que va a pasar dentro de... cinco horas; la Universidad. Joder, en cinco horas vuelta a estudiar y yo aquí haciendo el gilipollas, espero tener remedio algún día jajajajaj. Y en estas semanas, he tenido el gran debate con mis padres a cerca de mi fe, del cual he salido perdiendo por cierto. Además, las personas que me quieren y me aprecian me lo han demostrado (mi mejor amiga por cierto, que aún no la e hecho referencia, te debo mucho xD), y en el fondo, es lo que necesitaba; saber que empiezo algo, esta nueva etapa, y que no estoy solo. Aunque seguramente, ellos estén tan acojonados o más que yo, pues ellos también empiezan. En fin...pensando en el amor y tal, se me ocurrió antes una reflexión cojonuda; qué llegó antes, el amor o el ser humano? El amor debe su existencia al ser humano, bien, pero el ser humano debe su existencia al amor. Porque sin amor, el sexo solo sería follar, y no seríamos ninguno hijo legítimo, pues un hijo se tiene bajo la banderda del amor, Por lo tanto, debemos nuestra existencia plena al amor, sin amor, no seríamos más que máquinas. Y claro, mi pregunta es... y los que no lo encontramos, o lo encontramos y es imposible?? Quizá no sé amar, quizá va en mis genes, pero puedo asegurar que sí se sufrir amando, por que me ha pasado, y me pasa. Bueno, creo que de momento, es todo lo que tengo que contar. Además, ahora hacen dos horas desde que empecé a escribir. No creo que nadie se lea esto, ni si quiera tú (sí, sí, tú xD), pero bueno, no lo he hecho para buscar aclamación, como casi nada de lo que escribo la verdad, lo hago por que lo necesito, sois vosotros los que lo eleváis a la categoría de arte, para mí no son más que sentimientos. Por cierto, una última aclaración que debo hacer, pues hay gente que me lo ha preguntado. Daniella. Por qué Daniella, y quien es Daniella? Bien, la primera chica con la que estuve, allá por mis trece añitos y en Irlanda, se llamaba Daniella. Y bueno, era mayor que yo, y con ella aprendí muchas cosas, y me pilló pequeño y asustadizo, y la dejé plantada de una manera muy cruel. Siempre la deberé ese primer beso, ese primer contacto con un alma femenina, aunque fuese con mi chapurrero inglés de entonces. Por eso, ese nombre es especial, y, a parte, es el que utilicé para nombrar a mi protagonista femenino de la novela que nunca terminaré, que no era más que el reflejo de lo que sería mi amor ideal, esa mujer a la que consideraría perfecta, y que no es del todo platónica la verdad, he visto gente con facetas muy parecidas a esas. ¿A quién nombre cuando digo Daniella? A nadie, no estoy enamorado hoy por hoy, no me "gusta" (qué palabra más vulgar, parece que hablo de chicles más de que chicas) nadie, sí que es cierto que quiero un montón a amigas mías con las que la verdad no me importaría estar en una relación, es más, sería maravilloso seguramente, pero que hoy por hoy no me lo planteo por x motivos. Así que, la gran musa de Cañete quien es??? No tengo ni idea la verdad jajajajajaja siempre he pensado que me inspira la gente en general, mis pensamientos y cavilaciones, pero muchas de las cosas que escribo no las he vivido, simplemte, plasmo lo que han sentido otras personas en esas circustancias. Bueno, voy a ir dando por terminada la terapia que me prometí y que me debía, y qué mejor momento que la noche antes de empezar la Uni?? Mis expectativas; conocer mucha gente, quizás a esa chica que me haga perder directamente la cabeza (aunque creo conocerla, investigaré más a fondo), vivir miles de experiencias, y la primordial; ser el mejor de mi promoción. Es un premio que puedo conseguir, y que creo que me merezco. Un beso a todos y un abrazo a todas, que diga... al revés? jajaja Marcho a dormir, o a dar vueltas por la cama. Si alguien tiene alguna duda más sobre mi persona, tiene hoy como plazo máximo para preguntar, después, mi cabeza se centra en la Uni exclusivamente. A todo esto, no os olvidéis de mirar el blog, que lo actualizo casi casa día y seguro que encontráis algo que os gusta. www.eldiariodelperdido.com Atentamente; Fernando Cañete Lozano. "Desde el fondo de mi alma, hasta el fondo de tu corazón"